miércoles, 14 de febrero de 2018

Roma, día 3º

Muy buenas, familia.

Vamos a ir saldando deudas que, como dice el refrán, el que paga, descansa; y el que cobra más. Os debemos el resumen del día de ayer, tercer y último día en Roma. Estamos aprovechando el trayecto hacia Florencia, en autobús, con aproximadamente 3 horas y poco de duración para ponernos al día.

En fin; como os decíamos, el día empezaba un poquito más tarde, a las 8:00, siendo ya libre respecto a nuestro grupo de referencia de Paula, nuestra guía de Travelplán. El desayuno ha sido un poco caótico. En primer lugar nos obligan a estar absolutamente todos para poder entrar al comedor, cuando ya estamos todos nos dicen que tenemos que esperar al menos 20 minutos. Ha llegado otro grupo de estudiantes, alrededor de 70 alumnos, y está todo un poco manga por hombro…
Cuando nos dejan pasar, el bufé está arrasado; no quedan ni tazas para el bebedizo simulacro de cioccolato. A pesar de que empiezan a sacar bollería, esta no se parece en nada a la del día anterior, variada, con croissants con diferentes mermeladas y chocolates, sino que son industriales, de los que vienen envueltos. Pero son grandes y están buenos, aunque no dan abasto para rellenar, ni la bollería ni los zumos que, según llegan, se vacían. Tardamos un poco más de lo pensado, pero al final solucionamos la cuestión.
Nos ponemos en marcha. Autobús, línea 32, hasta Ottaviano; línea A del metro, 3 paradas hasta Termini; transbordo a la línea B, 6 paradas hasta Colosseo. En menos de una hora estamos en nuestro destino. La idea es concederle la mañana a la Roma imperial, con la visita al anfiteatro Flavio como motivo principal y el paseo maravilloso por los foros imperiales. Pero hay que hacer algo imprescindible. Decíamos ayer que el Laocoonte disputaba el top 4 de la clasificación de la escultura en mármol junto a la Piedad, Moisés y David, necesitamos tener todos los datos para comparar. Le debemos cumplida visita a la iglesia de San Pedro de las Cadenas, nombre que toma de la reliquia allí custodiada con la que encadenaron al Apóstol. Ya en la celda, un ángel indujo al sueño al vigilante y liberó al santo sin necesidad de abrirlas, de modo que, al despertar, el carcelero se encontró la celda vacía y las cadenas intactas. Es fácil imaginarse al pobre pensando "a ver cómo le explico yo esto al centurión, y a ver qué tal se lo toma… No te lo vas a creer, pero me he debido quedar una miaja traspuesto, nada, un segundito, y cuando he abierto el ojo, me habían dejado solo ¿a que es gracioso, mi centurión?".
Pero si por algo es reconocida esta iglesia es por albergar la estatua de Moisés. En realidad, no es una estatua exenta, sino que forma parte de un conjunto, destinado a ser la tumba del papa Julio II, pero este le pide que aparque ese trabajo para que se dedique a pintarle una capilla muy cuqui que tiene al lado, junto a la basílica de San Pedro. Cuentan que el propio Miguel Ángel se quedó asombrado al ver la perfección de su trabajo, y que le golpeó con el martillo en la rodilla pidiéndole que hablase; tan solo eso le faltaba.
Y este año hay novedades. Ya no hay que echar un euro a la máquina si quieres ver iluminada la estatua durante unos minutos, sino que han colocado un sistema de luces led que van variando de intensidad de un lado y otro, permitiendo apreciar matices y contrastes en la figura, dependiendo de cómo incida la luz sobre ella. Así viene a explicárnoslo el vigilante, al que reconocemos de otros años, y que parece reconocernos a su vez también, pues en cuanto nos ve, viene a presumir de la novedad que ha incorporado a su casa; porque así lo siente, como su casa. En cuanto nota cierto interés añade indicaciones siempre interesantes sobre aspectos de la decoración de la iglesia, o de otras piezas y obras allí guardadas. Esperamos encontrarlo de nuevo el año próximo.



Miguel Ángel ha elegido para la talla un momento trascendental para los cristianos, como es la entrega por parte de Dios de las Tablas de la Ley, pero se concentra en el detalle posterior, cuando vuelve del monte Sinaí, y se encuentra a su pueblo adorando un becerro de oro, en lugar de esperarle como les había pedido. Enfadado, les dice que no cuenten con él para pedir perdón al Dios verdadero, y rompe las tablas. Justo ese momento es. Cuando se gira para no ver a su gente cometer ese acto sacrílego. Pero no les abandona, aunque parezca que mira para otro lado, sigue teniéndoles muy presentes, se disculpará ante Dios y tallará de nuevo los mandamientos en dos lajas de piedra, ahora ya con el compromiso irrompible de su pueblo para respetarlas y observarlas. No deja de ser el padre disgustado con los errores de sus hijos, pero siempre dispuesto a perdonarles si el arrepentimiento es sincero.
















Y vamos con un clásico en esta visita. El recuerdo de los alumnos de ciencias a uno de los ritos de iniciación del Bachillerato. El mítico examen de Física y Química que sirve para despertar a  muchos y hacerles ser conscientes de la diferencia entre la Educación Secundaria Obligatoria y esta nueva etapa. Le dieron el sugerente y motivador nombre de La Guadaña. Y el cardenal Aldobrandini sigue allí, sin sospechar que para los nuestros, salvando las distancias, es casi un lugar de peregrinación particular.


Desde allí bajamos de nuevo al Coliseo, ahora sí. Ya será el protagonista de la mañana. acudimos otra vez a la pasarela construida sobre todo para facilitar una vista sensacional de la fachada del anfiteatro y libre de vehículos, porque el paso sería sencillo para peatones atravesando la calzada como toda la vida. Anda, que les preocupa en Roma el tránsito de peatones. Pero para nosotros es la pasarela Basas. Marcos Rodríguez Basas; él fue el que nos la indicó como un lugar imprescindible, y nosotros somos muy de cumplir las tradiciones y los ritos. Los ritos son necesarios, que decía el Principito. Solo nos falta conseguir evitar la ya muy poblada fila para visitantes que nos amenaza. Pero nosotros no somos turistas; que quede claro. Somos un grupo escolar en viaje de estudios, lo que no está reñido con que sea una de las experiencias mejores que tendrán en sus vidas y que recordarán siempre. Pero lo que están viendo y aprendiendo y de lo que se están empapando en esta semana nuestros chicos son lecciones tan importantes como las que se pueden dar en clase. Aunque siempre haya quien no lo entienda así. Qué le vamos a hacer.
Que nos liamos. Es la misma rutina de siempre. Nos acercamos a la entrada reservada para grupos con reserva, y exponemos nuestra situación. Somos un grupo escolar, con una carta del centro que así lo demuestra, con su lista sellada y todo. Pero que no tenemos reserva, porque no sabíamos que había que hacerla. Nos abren la barrera y nos mandan a la taquilla de reservas, donde nos vuelven a recordar que es necesario hacer la reserva. Nos excusamos por nuestro desconocimiento y prometemos hacerlo así en adelante, y nos dan los tiques de acceso. Y así será.  Como todos estos años anteriores. Y como el año que viene, que lo haremos igual, porque no sabemos en qué momento de nuestros 3 días en Roma nos vendrá mejor la visita al Coliseo, ni cuándo está prevista la visita al Vaticano por parte de la agencia hasta los días previos a nuestra partida.
En menos de 25 minutos desde que llegamos estamos ya dentro. Anfiteatro Flavio, es su nombre original, llamado Coliseo por la estatua de tamaño colosal de Nerón que plantó allí el susodicho en su propio honor. Se empiezan sus obras en torno al 70 d.C. siendo emperador Vespasiano, y fue inaugurado en el 80 d.C. ya en el imperio de Tito, ambos de la dinastía flavia. De ahí el nombre. Y ya solo hay que disfrutar, abrir la puerta a nuestra imaginación y que se encargue de suplir todo aquello que falta en los graderíos (cavea para los de Latín) y en la arena, cuya ausencia permite apreciar las carceres, o dependencias donde se almacenaría todo lo necesario para los espectáculos, desde carros, armas, o animales, a prisioneros y gladiadores profesionales.
Mucha gente hay en el interior, pero como no tenemos prisa, vamos aguantando nuestro tiempo hasta que conseguimos situarnos en las primeras filas de los miradores, para poder apreciar todos los detalles que no se aprecian en un rápido vistazo general.






























Recorremos sus galerías pasillos, subimos a la summa cavea, o graderío superior, y vamos bordeando su perímetro has ta llegar al mirador sobre el arco de Constantino, que también permite una vista privilegiada sobre los foros imperiales, qua parecen esperar nuestra visita inmediata.














Abandonamos el anfiteatro y nos dirigimos desde el arco de Constantino hacia la Via Sacra, vía procesional romana, en la que confluían tanto las dependencias civiles como los templos principales de la ciudad. La fila de entrada que hay es espectacular, así que rezamos para que haya también un acceso reservado para grupos. Así sucede; completamente vacío, de modo que con un aire de suficiencia caminamos con paso firme pero lento, para presentarnos en el torno de entrada en apenas unos minutos después.
Pasear por el foro es otro nivel. No cuesta tanto imaginar los templos restituidos a su forma original, y ver que los pies que pisan ahora el empedrado bimilenario son los de un ciudadano romano de finales del siglo i d.C. El templo de Rómulo, el de Antonino y su esposa Faustina. El Miliario Áureo, punto del que partía toda la red de calzadas romanas expandiéndose por todo el imperio. O el templo de Saturno, uno de los más antiguos conservados en la zona, cuya base está datada en torno al 42 a.C.








































Abandonamos el recinto y nos dirigimos por vía del Corso hasta la plaza de la Colonna, para dar tiempo libre suficiente para la comida, y nos citamos de nuevo a las 5 de la tarde para cumplir con las últimas visitas en la ciudad. Nos vamos por la vía de la Ripetta hacia el Ara Pacis, el altar de la Paz de Augusto, para conmemorar la pacificación de todo el territorio del potente imperio romano, después de haber acabado con todos sus enemigos, claro está, tanto internos como externos. Y justo enfrente tenemos que reconocer una mejora al ayuntamiento de Roma. Desde hace algo más de un año, han comenzado los trabajos de restauración, o mejor dicho, de recuperación del Mausoleo de Augusto, olvidado durante muchísimos años de manera totalmente injusta, cubierto de maleza y zarzas, y por fin lo van a poner en valor, como se merece el lugar donde no solo está enterrado Augusto, sino también Julio César, y buena parte de sus familias.







Continuamos trayecto hacia la plaza del Popolo con sus juegos de simetrías, entre las iglesias, las fuentes que la enmarcan, la puerta Norte de la ciudad, en línea recta directa hacia el Coliseo, que se correspondería con la entrada sur de la ciudad. Cardo y Decumanus, las dos calles principales y perpendiculares que tiene cualquier ciudad de origen romano medianamente organizada.
El ambiente en esta plaza es siempre muy especial, con músicos ambulantes mostrando su saber hacer en directo y esperando su oportunidad, y en otras ocasiones como sede de las manifestaciones reivindicativas del movimiento obrero y popular.





Y bajamos ahora por vía del Babuino, hacia plaza de España, donde vamos a dar por finalizada nuestra visita a Roma, dejándoles algo de tiempo libre para que puedan hacer realidad alguno de los recuerdos que pretenden llevarse de cada sitio. Nos vemos a las 9 de la noche, con la cena ya resuelta para regresar al hotel a una hora relativamente prudente, por una vez. 



A las 22:15 ya estamos recogidos, intentando asimilar todos los recuerdos amontonados, clasificándolos y separándolos por días; y tratando de asimilar también que mañana nos vamos hacia Florencia, y tendremos que estar en el autobús a las 7:30 de la mañana, ya con las maletas hechas. A las 6:30 el desayuno, así que nos levantaremos a las 6. Que no está mal.

Muchísimas gracias a todos por hacernos saber que estáis ahí. Que nos leéis.

Os seguimos contando.

Un abrazo muy fuerte.

Mª Ángeles y Javier.

5 comentarios:

  1. Como me gusta veros tan felices!! A por Florencia ahora y mil gracias por hacernos participes...bss

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  2. Muchas gracias por este relato tan bonito y descriptivo de Roma y las fotos tan chulas con esas caras de ilusión que hacen que ya queramos leer el siguiente... a disfrutar de Florencia!!!

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  3. Disfrutad mucho, me encanta leeros todos los días.Un abrazo para todos

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  4. Se agradece que se acuerden de uno estando tan lejos y disfrtando de un viaje que les va a marcar, probablemente, el resto de su vida, aunque sea por una fama infundada. Espero que hayáis disfrutado de una de las ciudades más bonitas del mundo, Florencia. (Lo leeré en el resumen, claro) Un saludo a todos y que el viaje siga por estos derroteros de ilusión y alegría.

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