jueves, 21 de abril de 2022

Florencia, día 4º



 Muy buenas, familia.



Madrugamos mucho. Otra vez suena el despertador a las 6:00, pero hoy parecía que costaba un poco menos. Íbamos a tener cuatro horas de autobús hasta Florencia, con una parada técnica intermedia, que en otras condiciones nos parecerían pesadas, pero que hoy agradecimos como agua de mayo. Y es que recuperar horas de sueño y descanso va siendo algo muy cotizado en nuestro viaje, por eso aprovechamos las horas de autobús para convertirlas en horas de blog. Ya lo sentimos por los que se hubieran acostumbrado a leernos mientras tomaban el café del desayuno, pero "aliquando bonus dormitat Homerus"


Habíamos quedado con Flora, la guía que nos iba a acompañar en nuestra visita en la plaza de la Santa Croce, al lado de la estatua en recuerdo de Dante Alighieri y, como si el tiempo no hubiera pasado, como si estos tres años no se hubieran evaporado por arte de magia, nos parece estar escuchando a nuestra querida Paula (guía en muchos de nuestros viajes por estas tierras) diciendo “ si no lo quisisteis en vida, tampoco de muerto” haciendo referencia al exilio en Rávena que sufrió el poeta hasta su muerte y a la carta que todos los años siguen enviando desde las autoridades florentinas a sus homólogas de Rávena para que les permitan recuperar los restos del padre de la lengua italiana y que así descanse junto al resto de glorias italianas como Maquiavelo, Ghiberti, Miguel Ángel, Galileo, Vasari y otros tantos. Los florentinos le hicieron su tumba, en la que no reposa nadie, es un cenotafio; su cuerpo sigue en Rávena donde sí le acogieron también en vida. Por meterte en política, Manolete.







Vamos caminando hacia la piazza  della Signoria con su imponente Palazzo Vecchio, sede del ayuntamiento de Florencia, una fortaleza de piedra marrón terminada en el siglo XIV coronada por una torre  de 94 metros de altura, pero los ojos se nos van hacia la Loggia delle Muse, la logia o lonja de las Musas. Una lonja es un espacio abierto y cubierto que suele albergar mercados y ferias, pero en este caso lo que acoge esun museo al aire libre, donde hoy podemos disfrutar de tres réplicas, el resto piezas originales, entre ellas destaca poderosa la estatua en bronce de Perseo con la cabeza de Medusa en la mano y su cuerpo inerte y sangrante retorcido a sus pies, il capolavoro de Benvenuto Cellini, su obra maestra. El Rapto de las Sabinas, de Giambologna, una espiral en la que no hay manera de saber cuál es la parte frontal de la obra, ya que desde todos sus ángulos hay un personaje dominando la escena.  También de Giambologna es Hércules y el centauro Neso, ya profundamente manierista, con el cuerpo del centauro completamente doblado hacia atrás, retorcido por la fuerza de Heracles; también Menelao y Patroclo, grupo escultórico romano del siglo I d.C., y otras estatuas más también de origen romano. Al mirar a nuestra izquierda, justo ante la puerta de entrada al palazzo Vecchio, hay dos grandes estatuas; una es el grupo escultórico de Hércules y Caco, de Baccio Bandinelli, artista que quedó prácticamente eclipsado por las figuras dominantes del Renacimiento; pocos pueden resistir la comparación constante de tu obra con otra pieza como el David de Miguel Ángel. Perderás siempre por goleada, y te acabarás sintiendo peor de lo que realmente eres como no lo aceptes; pero, claro, que digan que tu obra es como un saco de melones o de patatas por la tosquedad de sus formas no ayuda. También destaca la fuente de Neptuno, de Bartolomeo Ammannati, que desafiante mira donde se encuentra la copia de El David, y que también tuvo que soportar que lo apodasen Il Biancone, porque destacaba más en su inauguración su blancura que su belleza, y  que lo que se oyese por la ciudad era esa frase lapidaria y terrible de "Amanato, Amanato, cuánto mármol has desperdiciado"; otro para el psicólogo.
También nos encontramos la estatua ecuestre de Cosme I de Médici quien, suficientemente alejado de David, parece mantenerse al margen de estas luchas, como diciendo "yo no compito, que yo soy de bronce y vosotros de mármol".
Y en eso consiste esta plaza: un espacio donde demostrar el poder de Florencia y  poner de manifiesto que son capaces de derrotar a los enemigos más temibles. Anda, mira; como David. Que todavía no hemos hablado de él.





























Caminamos entre la Loggia delle Muse y Palazzo Vecchio, y pasamos de largo por la Galleria degli Uffizzi, que pasó de ser una extensión de Palazzo Vecchio cuando  se quedó pequeño para las necesidades burocráticas de Florencia,  a convertirse en una de las mayores colecciones de arte del mundo. Tan grande es que no nos es posible detenernos y entrar en ella, que a alguno no lo sacarían de allí ni con la Guardia Civil. Como pasamos de largo, sufrimos las miradas y el desprecio de todos los grandes artistas que nos observan mientras nos vamos avergonzados.






Afortunadamente, nos dura poco el rubor, porque rápidamente nos encontramos con el puente viejo, Ponte Vecchio en italiano, y así coge todo el glamour que le falta en castellano. Los edificios en las dos aceras de la calle, las fabulosas joyerías que jalonan cada metro del puente hacen que sea un lugar realmente especial. No podemos imaginarnos cómo sería cuando todas estas tiendas fueran carnicerías y pescaderías, posiblemente perdiera buena parte de su encanto. Pero desde que los Médici decidieron eliminarlas para no tener que aguantar el mal olor cada día al ir hacia sus oficinas (Uffizzi), perdieron los pescaderos y los carniceros, pero ganó el resto de la humanidad un lugar mágico. Ni siquiera la barbarie de la segunda guerra mundial pudo con él, y por ello, hay una placa que recuerda al cónsul alemán que convenció a sus jefes para que no lo volaran cuando, en su huida de la ciudad en 1944 dinamitaron todos los demás puentes de la ciudad, y también se ocupó de salvar a numerosos judíos y otros perseguidos políticos durante la ocupación nazi. Justo reconocimiento, por tanto.














Seguimos la prolongación de la calle de Ponte Vecchio, y llegamos hasta la Loggia del Mercato Nuovo, pero más conocida como la Loggia del Porcellino, un antiguo mercado de sedas y otros productos preciosos, hoy más dedicado a la marroquinería y artículos para los turistas. Allí, acariciando el hocico del porcellino (jabalí, en castellano) nuestros chicos cumplen con la tradición y tiran monedas compartidas para que el deseo salga más barato. Puestos a confiar en estas leyendas, lo mismo nos da, que nos da lo mismo.
Nos detenemos un poco más adelante, en un edificio que era un silo o depósito de grano y al mismo tiempo servía de mercado, y donde había una imagen de la Virgen a la que rezaban los enfermos y lograban su sanación, y por ello es la Virgen de las Gracias, y el edificio dejó su uso como almacén  y mercado y se consagró como iglesia. Orsanmichele se llama, por estar sobre el huerto del anterior convento de San Miguel. Pero a esta hora está ya cerrada y no podemos visitar el tabernáculo de la virgen ni tampoco el grupo escultórico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, al que tenemos un cariño especial.

Y seguimos la misma calle hasta la piazza della Republica, que antes era del Mercato Vecchio; por eso la  otra es del mercado nuevo.

















La piazza del Duomo nos ofrece una vista espectacular, imposible contemplar todo el conjunto arquitectónico a la vez: Duomo, Campanario y Baptisterio. ¿Recordáis lo que pasaba en la fontana de Trevi, que parece que es más grande la fuente que la plaza? Pues es lo mismo que sucede aquí. No hay forma de contemplar la catedral por completo, te falta espacio; es una mole imponente la catedral de Santa Maria del Fiore. El juego de colores que ofrece el mármol verde, blanco y rosa la hace única y el trabajo de su fachada es sensacional, con las imágenes de la Virgen presidiéndolo todo desde ese lugar preeminente y protegida a su vez por la figura de Dios, que sobresale y se inclina sobre todos como protección segura. La  cúpula, diseñada por Bruneleschi , con 45,5 metros de diámetro, fue terminada en 1436, 16 años después de su comienzo, Es un prodigio de la ingeniería, y consiguió que no se hundiese gracias a una doble pared: hay una cúpula interna y otra exterior, con una cámara entre ellas y descargando el peso de la exterior sobre la otra. Así, la altura interior es de 100 metros, mientras en el exterior es de 114. Y el Campanille, de Giotto, terminado en 1359, casi 22 años después de la muerte de este. Con una base de cuadrada de 14,45 metros de lado y una altura total de 84,70 metros.
Y el baptisterio de San Juan, con las famosísimas Puertas del Paraíso, obra de Ghiberti, que apenas tardó 21 años en completar los 28 paneles que las forman.
Solo con esta plaza ya hay motivos más que suficientes para querer volver con más calma a disfrutar de sus rincones, callejas y plazas.


























Descansamos un rato en lo que comemos y a las 4.15 nos vemos de nuevo para ir a la Academia, nos espera, esta vez sí, el auténtico David de Miguel Ángel, así como otras muchas esculturas y pinturas.

Hay que hacer auténticos esfuerzos para prestar atención a todo lo que no sea David. Pero el trabajo de los Esclavos o Prisioneros de Miguel Ángel, aunque estén sin terminar, es realmente hipnotizante. Parecen como mariposas librándose de su crisálida, como escapando de lo que les tiene encerrados; pero no lo consiguen a pesar de sus esfuerzos. Va a ser cierto lo que decía Miguel Ángel, que las estatuas ya estaban ahí, solo había que sacarlas.
Respecto al David, casi todo está dicho y hablado, daremos los datos puramente objetivos:
5,17 metros de altura.
5572 kg  de peso.
Mármol de Carrara.
1501-1504 su “fecha de nacimiento”.
Representa al rey David en el momento previo al combate contra Goliat. La tensión, el cálculo la preparación, son absolutamente evidentes en la figura. La suavidad de sus formas, la precisión de sus detalles hacen de ella una obra maestra, no solo del Renacimiento, sino de toda la historia del arte.
Os dejamos que disfrutéis con las imágenes, aunque no es lo mismo que verlo in situ; sin duda.

























































Casi dos horas le hemos dedicado a contemplar esta maravilla, tan difícil de creer que sea obra humana.
De ahí nos vamos al Palazzo Pitti, actualmente museo, pero que también fue residencia de los Médici o usado por Napoleón I como base militar.
Nuestros chicos participan en el archiconocido concurso a la mejor fotografía, aquel que premiará al que consiga sacar en una foto, sin editar y sin hacer uso de las maravillas de la técnica, el palacio. Lo intentan, no lo consiguen. Nos guardamos el premio para el siguiente viaje.

 .

Nos encaminamos hacia el Ponte Santa Trinitá, ya va acabando nuestro día en la ciudad del Arno, para tener una vista fascinante de Ponte Vecchio y hacer una de las mejores fotos de grupo que tendremos en este viaje.
Nos dirigimos hasta la iglesia de San Lorenzo, en cuyo entorno se ubica otro de los mercados más concurridos de la ciudad principalmente dedicado a la industria del cuero, y vamos agotando nuestro paseo por Florencia rindiendo visita de nuevo a la pieza de la Signoria, para despedirnos de la ciudad acudiendo hasta Santa Maria Novella para coger el tranvía que nos lleve hasta nuestro hotel.
No ha parecido tanto, pero nos hemos echado a las piernas otros 14 kilómetros mas.


























Y ya nos hemos retrasando demasiado en la entrega de hoy,

Esta noche nos vemos otra vez.

Un abrazo.

Mª Ángeles y Javier.

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