martes, 19 de abril de 2022

Roma, día 2º

 Muy buenas, familia.

El día no podía empezar de mejor manera. Desayuno a las 8.45 y salida hacia el metro algo antes de las 10. Esto después de las horas que llevábamos sin dormir, es todo un lujo. Un tiempo espectacular, un cielo completamente azul, sin una nube y que prometía una temperatura estupenda, tan buena que más de uno tuvo que parar a comprar protector solar.


Bajamos en la parada de metro del Colosseo y mientras alguno se dirige a sacar las entradas, el resto hace gala de sus poses y dotes para la fotografía, vídeos, fotos, tik tok… entre el Anfiteatro Flavio y el Arco de Constantino. Es entonces cuando recibimos el primer mazazo del día. Ya solo se sacan entradas por internet y aunque comprenden que hemos sufrido cambios en nuestro programa e intentan ayudarnos, el hecho de que haya reservas y, sobre todo, un aforo limitado a consecuencia de la pandemia y sus prudentes o incomprensibles medidas (ver la entrada de ayer en el blog) hace que no sea posible acceder hoy al recinto. El golpe es fuerte, pero nuestros chicos son el positivismo en estado puro, y ven nuestra decepción como una señal para volver a Roma. 




Con todo el dolor en nuestro corazón, nos vamos hacia San Pietro in Vincoli, donde vemos las cadenas con las que fue atado el apóstol, a pesar de haber negado hasta tres veces conocer al Maestro. Y nos quedamos boquiabiertos contemplando el Moisés, una de las grandes esculturas de Miguel Ángel que veremos estos días. Encontramos la novedad de unas réplicas hechas en resina (las modernidades de la impresión 3D) de la obra completa, de la estatua de Moisés y otra más exclusivamente de la cabeza de Moisés a escala 1:1. El mismo vigilante de otras veces, entrado ya en años, ese que anda pendiente no de reñir a los que hablan, sino de ver quién tiene interés no solo en hacer la foto, nos cuenta que es para las personas con discapacidad visual, para que puedan tocarla, manipularla, sentirla a través de sus manos y dedos para captar la esencia de la obra, el alma del autor. Incluso han incorporado el Braille en los paneles explicativos. Lo cuenta lleno de orgullo. Más de 2000 fotografías nos dice que se han necesitado para hacer cada réplica, para conseguir toda la precisión y exactitud que sea posible. Y nosotros nos alegramos mucho; por las personas que van a poder disfrutarlo, pero también por él, que también vive su trabajo con pasión y vocación de servicio.





















No nos falta la misma foto año tras año, con la tumba del cardenal Aldobrandini, primo del papa Clemente VIII, de finales del siglo XV y comienzos del XVI. Nunca pensaría este hombre que la ornamentación de su tumba se convertiría en lugar de culto para nuestra gente de Ciencias, a causa de una de las formas más habituales de representación de la muerte, portando un reloj de arena roto en una de sus manos y, en la otra, una GUADAÑA.




Y volvemos pasos sobre nuestros pies, para despedirnos del Moisés, casi como si necesitáramos comprobar si ha habido cambios desde que le vimos hace un rato; quizá nos pasa lo mismo que a Miguel Ángel, que es tal su realismo que estamos esperando que hable o se mueva en cualquier momento y nos demuestre que en realidad está vivo.






Volvemos a hacernos las últimas fotos junto al anfiteatro Flavio, con la sensación que se tiene cuando estás a punto de tocar el cielo con la mano y no lo consigues. 

Estas últimas las hacemos desde la pasarela ya bautizada como Don Marcos Rodríguez Basas, por ser el que nos la mostró hace algunos años y que es desde entonces destino seguro para hacer las mejores fotos año tras año. Vaya desde aquí nuestro recuerdo agradecido y homenaje sincero, aunque sea de una forma tan simple como poner su nombre a la pasarela. O en la pasarela, que alguien había puesto una pegatina que nos ha permitido "bautizarla formalmente".










Nos avisa nuestro guía Raúl de que mañana no será posible subir a la cúpula de San Pedro por la tarde, como era nuestra intención, y nos recomienda que lo intentemos hoy, aunque tampoco nos ofrece garantías de éxito. Reelaboramos nuestro plan (otra vez) y pretendemos acercarnos hasta el área sacra del Largo de Torre Argentina, para disfrutar con el conjunto arqueológico, pero la vista se nos va hacia atrás, donde sabemos que estaría emplazada la Curia de Pompeyo cuando en las idus de marzo del año 44 a.C., día en que Julio César fue asesinado por un grupo de conspiradores que, lejos de conseguir su objetivo, le convirtieron en inmortal, mientras ellos comprobaron que sí eran mortales. Y así nos vamos hasta la zona de piazza Navona para solucionar el tema de la comida y emprender la marcha hacia el Vaticano.










Tiempo libre para comer y a las 4 nos ponemos en marcha de nuevo para subir a la cúpula de San Pedro en el Vaticano. Y llega nuestro segundo golpe en este día, que algunos definiríamos como uno de esos en los que es mejor no levantarse, pero que otros siguen empeñados en demostrar que somos unos afortunados por estar donde estamos pese a todo. El Papa Francisco ha convocado para una peregrinación a más de 50.000 adolescentes de toda Italia. Justamente hoy; justamente a las 16:00; y que a las 17:30 va a recorrer la plaza con el papamóvil para saludarlos a todos. Precisamente hoy.













Así que no nos queda más remedio que darnos la vuelta, reconocer nuestra derrota y digerirla cuanto antes. La tarde ha cambiado, pero no perdemos el tiempo en lamentaciones. Vamos a los templos de Hércules y Portunus, en el foro Boario, en una de las zonas más antiguas de Roma y descansamos en ese entorno tan especial. Momento de jugar al fútbol, comer un bocata, dormir una siestecita, confesarnos secretos y hasta compartir algas, que tendrán mucho hierro, pero como las lentejas de mi madre, nada.






Nos hacemos fotos en la Boca della Verità, fuera, claro, los horarios de visita nos parecen de cuento, y nos vamos hacia el Trastevere, paseo junto al río Tíber, primavera en pura efervescencia que a alguna le pasa factura. Dichoso polen. Aunque “gracias” al polen pudimos adentrarnos en el Ghetto, el barrio judío de Roma, un lugar lleno de encanto, de recuerdos a los más de 2000 judíos que fueron asesinados en la barbarie de la 2ª Guerra Mundial, casi un tercio de la población judía en Roma entonces, alrededor de  7000. Y así descubrimos el pórtico de Octavia, que es lo que se conserva del imponente edificio que el emperador Octavio mandó construir para honrar a su hermana Octavia; las tres columnas que  nos recuerdan el templo de estilo griego de Apolo Sosias y Belona. El dios de la medicina y la diosa de la guerra; curiosa mezcla. También podemos ver muy  de cerca el teatro de Marcelo, condenado en las anteriores visitas a que lo contempláramos desde lejos, cruzando la calle, y ahora casi podríamos tocar sus paredes.
















Cumplimos con la visita debida al foro Boario, con los templos de Hércules y Portunus, el hijo de Zeus y la divinidad protectora de los puertos y los pescadores, representantes estos templos de una de las zonas arqueológicas más antiguas de la ciudad de Roma, y de los mejor conservados, casi intactos.



Llegamos a la Iglesia de Santa Maria in Trastevere y seguimos haciendo fotos sin parar, nos encanta, es realmente bonita.
Comienza a oscurecer y nos dejamos perder por ese barrio tan especial; tanto que, de repente, parece que el día ha merecido la pena. 














Comienza a oscurecer y nos dejamos perder por ese barrio tan especial; tanto que, de repente, parece que el día ha merecido la pena. 
Cena grupal en una trattoria que ya vamos considerando casi nuestra, y es que es parada casi obligatoria. Pensad que no es nada fácil presentarte en un restaurante y decirle “queríamos mesa para 29, por favor”. Y se te queda mirando, se dirige al grupo que está en medio de su cena, y les pregunta que si con 10 minutos tienen suficiente tiempo para terminar y levantarse, que llegamos nosotros. Le decimos que no tenemos tanta prisa, que les damos media hora, porque sus caras eran un poema en ese momento. Para nosotros será un tiempo distendido, tranquilo, de disfrute y charlas compartidas con los que tenemos al lado.




Desde allí caminamos hasta el metro, que nos espera en Circo Massimo. El paseo da para mucho, confidencias, sueños de futuro, miedos, historias preciosas de nuestros padres que compartimos orgullosos y emocionados. Como dijo alguien: “se habrán truncado hoy algunos de nuestros planes, pero lo que nadie nos podrá quitar es lo que hemos vivido y compartido, los lazos que ya serán difíciles de romper”. Seguido de un momento de exaltación de la amistad como los de cualquier día de fiesta a las 5 de la mañana. 

Llegamos al hotel con poco más de 29.000 pasos, otros 21 kilómetros en nuestras piernas creemos que por hoy también hemos cumplido. No hemos vivido el día que esperábamos a las 10 de la mañana, pero sin duda alguna, hemos vivido el día intensamente. 

Las cosas no son importantes por cómo empiezan, sino por cómo acaban y lo que cada uno hacemos con los instantes que vivimos y las personas con las que los compartimos. Se nos han quedado dos pellizcos en el alma, pero los hemos paliado con mucho cariño durante todo el día, y casi nos han perdonado lo imperdonable de hoy.

Y mañana nos espera el Vaticano, a ver si con nuevas sorpresas. Es lo que tiene presentarse en Roma el domingo de Resurrección: que el lunes es festivo, que celebran la Pasquetta.

Vamos a dormir concentrados, que ya nos queda poco tiempo. A las 6:00 suena el despertador.


Un abrazo.


Mª Ángeles y Javier.


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