sábado, 23 de abril de 2022

Pisa y Padua, día 5º


 Muy buenas, familia.

Pues vamos a tratar de resumir el día de hoy, principalmente día de autobús, de traslado en nuestra intención de dirigirnos hacia Venecia, pero también para disfrutar de uno de los lugares más especiales que nos encontraremos en nuestro viaje. Y fijaos si es especial, que se llama Campo dei Miracoli. Campo de los Milagros.


Comenzamos pronto, a las 7:45 hay que estar en el autobús, para llegar a Pisa lo antes posible, así que a las 6:30 suenan los despertadores para casi todos, pero ya sabemos que el oído humano es muy caprichoso y delicado, y los sonidos desagradables tiende a evitarlos. Nos puede pasar a cualquiera, pero el destino, caprichoso también se fija siempre en los mismos. También es sencillo, porque así casi no hace falta ni mirar, solo con saber la hora ya sabes quién está y a quién hay que ir a despertar a su habitación.


En poco más de una hora nos presentamos en el aparcamiento para los autobuses, y un breve paseo nos lleva hasta el recinto amurallado que encierra esta maravilla.

Y vemos ahora normal que lo llamen Campo de los Milagros, porque parece un auténtico milagro que se mantenga en pie la torre campanario con lo inclinada que está. De verdad que en las fotografías no se aprecia lo suficiente, pero in situ la sensación es de que va a ocurrir una catástrofe en cualquier momento, porque esos 4 grados de inclinación en sus 59 metros de altura originales (ahora mide 57,67 en su lado más alto) hacen que desde la cima de la torre la perpendicular se haya desplazado 3,9 metros. Pero los trabajos que se realizaron desde 1990 durante 20 años lograron que por primera vez desde que se construyó, por fin, haya dejado de moverse, de inclinarse. Y eso es mucho decir, porque empezó a inclinarse desde el comienzo de su construcción, cuando se llegó a colocar el tercer nivel en 1178, y  lo siguió haciendo cuando se terminó  casi 200 años después, en 1372, y  así, año a año, centímetro a centímetro hasta 1990, en que se cerró al público para evitar su colapso.

Y una buena manera de frenar la afluencia de gente que sube a la torre es poner un precio alto, y así hay una limitación importante. 722 € han desaparecido de nuestro fondo común en apenas unos minutos, los que tardamos en mostrar nuestra lista del colegio, sellada, firmada por la dirección, y gracias a eso, se obtiene un importante descuento en las entradas para el camposanto, la catedral y el baptisterio. Porque el campanario tiene su propio precio, sin posibilidad de descuento ninguno. 20 € por cabeza. Barato no es; caro, dependerá de la experiencia de cada uno, pero damos fe de que la de nuestros chicos ha sido buenísima.











































Nos proponemos entrar en el Duomo, en la catedral, para asombrarnos ante el artesonado (a alguno le recuerda al que ya vimos en la iglesia de Santa María la Mayor, en Roma, lo primero que visitamos cuando empezó hace ya casi una semana nuestro viaje); también nos atrae la mirada la decoración de la cúpula, con la pintura al fresco de la Ascensión de la Virgen, obra de Riminaldi. Y la magnífica representación que se encuentra en el ábisde, con el mosaico de Cristo en Majestad, parcialmente realizada por  Cimabue.
Recorriendo la nave, tras pasar junto al altar que conserva la tumba de San Raniero, patrón de Pisa, llegamos al púlpito, tallado entre 1302 y 1310, cuyas columnas representan las virtudes cardinales, los cuatro evangelistas y las virtudes teologales. En la parte superior hay 9 paneles con escenas del Nuevo Testamento, y representaciones de los profetas.



















Y nos vamos dirigiendo hacia la salida, para completar nuestra visita con el Baptisterio, que se comienza a construir en el 1153 y no se termina hasta dos siglos después. Es el mayor baptisterio de Italia, con un diámetro de 107 metros y, aunque su interior no tiene una gran decoración, destaca sobremanera la extraordinaria acústica que posee el edificio, como podréis ver en el pequeño vídeo que acompaña este post. La voz de una sola persona se multiplica hasta convertirse en un coro con diferentes voces, fruto de la reverberación del sonido en sus paredes.








Y no podemos dejar de fijarnos en las vidrieras que decoran los vanos de los muros, porque nos chocan. Encontramos una referida a San Juan Pablo II, triunfador con la cruz sobre los grandes males del siglo XX, representados en el comunismo y el nazismo. Incluso identificamos el brazo de Ali Agca, que atentó contra su vida el 13 de mayo de 1981 y sobre el que también triunfó al perdonarle dos años después. Choca mucho encontrar referencias recientes en este tipo de edificios, como el astronauta en la fachada de la catedral de Salamanca.







Tenemos el tiempo justo para comer y volver al autobús para, en dos tirones, llegar hasta nuestro hotel de destino en Treviso para visitar Venecia ya el viernes. Pero el descanso entre estos dos ratos de autobús se hace visitando la ciudad de Padua, con la isla Memnia en la autodenominada plaza más grande de Europa y, sobre todo, la basílica de San Antonio, que alberga numerosas reliquias del santo predicador, y que es una muestra absoluta de eclecticismo, con una mezcla de estilos enorme y su amplísima colección de reliquias y exvotos. No nos acabamos de poner de acuerdo en si nos gusta o no; en contra, la mezcla tan aleatoria de estilos que terminas por no saber muy bien qué estás viendo. A favor; la mezcla tan aleatoria de estilos, que convierte a esta basílica en algo absolutamente dinámico y en permanente evolución.







En la plaza de la basílica tenemos una pequeña sorpresa. Hay una escultura ecuestre, que representa al Condottiero Gattamelata, realizada en 1453 por Donatello, uno de los padres del Renacimiento en Italia y, por tanto, de toda Europa. Es una de las primeras estatuas a caballo de este periodo, tratando de resolver el problema escultórico que supone plasmar el movimiento a través del caballo en marcha levantando una de sus patas delanteras. Esa descompensación en el peso de la escultura hacía muy difícil este tipo de obra, y Donatello no es capaz de resolverlo y tiene que colocar un apoyo bajo el casco para evitar que se rompa.
En el interior de la basílica no está permitido hacer fotos, así que no hay mucho más que ver en Padua, y regresamos al autobús para finalizar nuestro viaje hasta Treviso.













Ya en el hotel, tenemos concertada la cena nada más llegar, apenas el tiempo para dejar las maletas y algunos para arreglarse como si fuera la cena de gala. Macarrones con atún (perdón, pero nos pudo más el hambre que la profesión de fedatario que asumimos en este blog, y no hay foto de ese plato), un pescado con ensalada y macedonia de postre. Para algunos, lo primero verde que comen en la semana y, desde luego, la primera fruta en tiempo. Habiendo "gelati" como los de Italia, quién va a preferir fruta. Pues los hay. La humanidad se va al garete; no hay esperanza. Hasta en el desayuno comen fruta. Pobres.







Y ya hemos conseguido nuestro objetivo fijado cuando comenzó el día, que era acercarnos lo más posible a Venecia, que nos espera mañana con más agua que la que hay en los canales.

Pero eso os lo contaremos mañana, a ver si en el autobús nos da tiempo a prepararlo.

Un abrazo, familia.


Mª Ángeles y Javier.

2 comentarios:

  1. M. Ángeles, Javier muchísimas gracias por hacer que el viaje a Italia sea uno de los recuerdos más bonitos del Amor de Dios!!!

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  2. María Ángeles y Javier muchísimas gracias por vuestro empeño y gran esfuerzo que estáis poniendo en este blogs, estamos disfrutando tanto del viaje casi como nuestros propios hij@s.

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