domingo, 18 de febrero de 2024

Florencia, día 5º

Muy buenas, familia.

Vamos a aprovechar que hoy sábado tenemos unas horas de autobús para contaros lo que hicimos ayer, viernes, en Florencia. Y así probamos a dormir un poco más, que los días se van notando ya y en nosotros se van acumulando los años y los viajes.

Teníamos la cita con Enrico, nuestro guía en Florencia a las 9:00 en la torre de la Zecca, torre medieval que formaba parte de la muralla que protegía esta ciudad codiciada por muchos, y que luego fue utilizada para aacuñar moneda, el florín de oro que se aceptaba y reconocía por toda Europa.

En definitiva, que a las 8 de la mañana teníamos que estar montados en el autobús, por lo que a las 7:15 nos esperaba el desayuno, y a las 6:45 como tarde hay que levantarse.

La hora de autobús pasa pronto, para muchos entre sueños, y rápido nos encontramos junto al Arno y nos recibe Enrico, que nos distribuye las audioguías, y ya podemos comenzar nuestro pasaeo, que nos lleva hacia la plaza de la Signoria, sede del poder florentino (florentino de Florencia, nada que ver con Superligas ni capos del fútbol en España, José Luis, que te conocemos), pero en el camino ya hemos pasado junto a 3 iglesias, un tabernáculo (una especie de altar en una esquina en la calle, donde incluso se permitía oficiar misa en los años duros de la Peste en la Edad Media), los restos de la muralla medieval y hemos podido observar una calle (via Torta, o Torcida en castellano) que traza un clarísimo semicírculo, en el que encontramos la huella del pasado romano de esta ciudad, y se intuye el perímetro del anfiteatro romano de hasta 120 metros de diámetro y se le presuponía una capacidad para 20.000 espectadores.

Pero antes de llegar a la piazza della Signoria nos detenemos en la piazza de Santa Croce, que recibe su nombre de la iglesia que domina la plaza desde su extremo. Iglesia de la Santa Cruz, construida a finales del siglo XII por los franciscanos para sustituir la primera, mucho más pequeña y construida en vida de San Francisco de Asís. Por más que fuera una orden mendicante, uno de los objetivos de esta nueva iglesia era que fuera mayor que Santa María Novella, recién terminada por los dominicos. Qué le vamos a hacer. En ella están enterrados los más ilustres personajes de Florencia, como Miguel Ángel, Galileo, Vasari, Ghiberti, Maquiavelo. Dante tiene preparado allí su lugar, como padre de la lengua italiana y que ya tiene un lugar preemiente con la estatua que, al principio dominaba la plaza desde el centro y, ahora lo hace desde la izquierda de la fachada. Siguen esperando los florentinos a que Rávena les conceda devolver sus restos, pero siempre obtienen la misma respuesta: lo echasteis en vida, no lo queráis en la muerte.






Nos encontramos la plaza de una forma poco habitual, con una gruesa capa de arena y circundada por pacas de paja, y el motivo no es otro que la celebración de un partido de Calcio Storico, un juego que se comenzó a celebrarse en el siglo XVI. Tiene unas reglas muy sencillas: dos redes en los extremos, dos equipos, y hay que llevar el balón hasta introducirlo en la red. Y apáñatelas como puedas. Que puede resultar algo violento parece evidente. De hecho, en la actualidad no pueden participar personas con antecedentes penales, entendemos que les daría cierta ventaja.








Pasamos junto a una tienda de artículos de cuero, en esta calle Borgo dei Greci, pero que tiene en su fachada algo que remite a su anterior dedicación: una especie de hornacina donde ponían una botella vacía y era rellenada con vino, que para eso estamos también en zona vinícola y eran numerosas las bodegas en las que dispensaban de esta forma.











Llegamos a la piazza della Signoria, centro político y cultural de la ciudad, y uno no sabe dónde mirar. Primero, lo anecdótico: hay una fuente de agua potable con dos caños. uno de agua normal y otro de agua con gas. Gazzata, o frizzante, que le dicen aquí. Y luego, lo importante. Si miras a la estatua ecuestre de Cosme I de Medicci, en bronce, obra de Giambologna, no ves la Judith y Holofernes también en bronce, de Donatello, o el Marzocco, un león en piedra, sedente sujetando la flor de lis, símbolo de Florencia, también de Donatello. Si miras la fuente de Neptuno, en mármol blanco de Carrara, obra de Bartolomeo Ammannati, no ves a Hércules y Caco, de Baccio Bandinelli, que intenta imitar el estilo de Miguel Ángel y su David, que se encuentra a escasos metros y no hace más que evidenciar que artistas hay muchos, pero genios muy pocos. Y ya si miras hacia laa Loggia dei Lanzi (los Lanzi parece ser que no es una familia, sino los lanceros suizos que Cosme I convirtió en su guardia personal), ahí te vuelves loco. El rapto de las Sabinas, de Giambologna, una espiral de piedra en 360º; Hércules y el centauro Neso, también de Giambologna; una de dudosa autoría, entendida como copia romana y que también genera controversia sobre su identificación es el que se conoce habitualmente como Menelao sosteniendo el cuerpo de Patroclo, aunque también se piensa en Áyax sosteniendo el cuerpo de Aquiles, Príamo sosteniendo el cuerpo de Héctor…; varias estatuas asignadas a Sabinas, también de origen romano; el rapto de Políxena, de Pio Fedi, a la que van a llevar para ser esclava del difunto Aquiles, y para eso tiene que cambiar de mundo.
Pero sobre ellas, destaca una estatua en bronce, en la esquina izquierda de esta Loggia, que representa a Perseo con la cabeza de Medusa, a la que acaba de decapitar, y su cuerpo queda inerte, contorsionado, manando sangre a borbotones, mientras su rostro evidencia la sorpresa ante su derrota, inimaginable para ella. El autor es Benvenuto Cellini, y es una obra cumbre del siglo XVI, máxima expresión del Manierismo. Intentamos pensar cuánto estaríamos dispuestos a pagar como entrada para poder ver no ya todas lasa obras que hay en la plaza, sino solamente por esta. Y aquí está, el original, en la calle, a la vista de todos, para el disfrute de todos. Y hay veces que ya pasas por su lado y ni le prestas atención, por la costumbre. Es imposible acostumbrarse a esto.
Tan solo podría distraernos la otra estatua que hemos obviaado: David, símbolo del poder, la autoridad y la fuerza de la república de Florencia, el hombre que derrota al gigante Goliat, el pueblo que acaba con el tirano, la ciudad que vence a todos sus enemigos. Exhibición de poder, aviso a interesados y amenaza a los rivales.
Y ahí es cuando reparas en el Palazzo Vecchio, que sirve de fondo a David, como respaldándolo, hoy Ayuntamiento y oficinas de Florencia, auténtico corazón de la potencia europea, una fortaleza rematada por una torre que se alza imponente hacia el cielo.






























Salimos de la plaza por su derecha, hacia los Uffizi, por donde simplemente pasamos (algún día encontraremos cómo sacar más tiempo en esta ciudad y cumplir la visita), dejando al lado el corredor Vasariano, el pasaje que Cosme I ordenó construir cuando se mudaron él y su esposa Leonor Álvarez de Toledo hasta el Palacio Pitti, no tanto para evitar ser vistos como para evitar posibles atentados hacia su figura, y aparece el Arno, el río que sirve de frontera a la ciudad y uno de cuyos puentes centra nuestra atención ahora. Ponte Vecchio, el puente Viejo. Desde siempre ocupado por carniceros, que aprovechaban el río para deshacerse de los desperdicios de su trabajo y que pasa a ser un tanto desagradable para Cosme I, quien decide quitarlos de ahí y reemplazarlos por el gremio de joyeros, mucho más asépticos en sus tareas. Cuesta darse cuenta de que no es una calle normal, con sus edificios en los laterales, hasta que en el centro se abre un espacio que permite ver el río. Es tan especial y singular que se salvó de la destrucción de todos los puentes durante la 2ª guerra mundial, aunque quedó anulado con el derrumbe de los edificios laterales. Pero se salvó, que es lo importa


















Regresamos a la ciudad siguiendo la prolongación del puente, y pasamos primero por la Loggia del Porcellino; recordamos que una loggia (lonja, en castellano) es un espacio abierto y cubierto, que habitualmente sirve para acoger un mercado, y éste es el antiguo mercado de la paja, que luego lo fue de la seda, y hoy en día sigue vendiendo telas y ropa y algo de artesanía del cuero, además de lo que ya no puede faltar en ningún mercado, como son todos los productos típicos para turistas: camisetas, chaquetas gorras y un montón de cachivaches de dudosa utilidad y que no acabamos de ver que tengan demasiada salida. Pero, sí están ahí, será porque se venden.



Nos desviamos hacia la derecha un momento para ver la iglesia de Orsanmichele. Era un almacén de grano que, poco a poco va adquiriendo mayor importancia para los gremios de la ciudad que van a estar representados en las estatuas que adornan el exterior del edificio, y se van sustituyendo los fardos por estatuas y las poleas dan paso a las pinturas al fresco. Es una lástima que no la veamos en el interior, pero también la han musealizado y ahora también se cobra una entrada para poder ver el maravilloso tabernáculo de Andrea Orcagna; a todo no da tiempo, y el dinero tampoco se puede estirar más.





Llegamos ahora a la plaza de la República, que es el recuerdo que le hace Florencia a su pasado romano, a los orígenes históricos de la ciudad, de los que no queda nada, porque eligieron poder vivir en una ciudad que no les limitase el crecimiento por querer conservar los restos de lo que fue y así renunciar a lo que quería ser.


Y llegamos así hasta la piazza del Duomo, con el conjunto formado por el Baptisterio, el Campanario diseñado y proyectado por Giotto. Es descomunal; la plaza se queda pequeña para acoger estos edificios; el mármol blanco, verde, rojo y negro lo domina absolutamente todo. Y la cúpula, que parece también más grande de lo normal. Parece increíble que el conjunto se sostenga. Pero es que tiene un pequeño truco. Se caía, claro; por eso Brunelleschi se inventó una cúpula doble, y así la exterior se apoya en la interior y le ayuda a repartir y descargar el peso hacia las paredes y no hacia el centro.
114 metros de altura tiene la cúpula. Y medio. 114,5 metros de altura. y el campanario 84,70 metros. Y el baptisterio tiene unas puertas diseñadas en bronce por Ghiberti que recibieron el apodo de "Puerta del Paraíso" por parte del propio Miguel Ángel. 10 escenas del Antiguo Testamento en las que el trabajo del relieve es asombroso y novedoso, dotándolo de una profundidad nunca conseguida hasta entonces.
































Y aquí nos despedimos ya de Enrico, nuestro guía, y nosotros empezamos a trazar nuestro plan. Vamos a tratar de entrar en la catedral, para comprobar que las prédicas de Savonarola tuvieron su efecto, y las denuncias que hacía por los excesos y la suntuosidad provocaron que las paredes del duomo den la sensación de estar vacías. Hasta llegar a la cúpula. Ahí Vasari tuvo vía libre para plasmar una representación del Juicio Final que es muy notable artísticamente, pero es que venimos ya de ver el Juicio Final que representó Miguel Ángel en la capilla Sixtina. Y eso nos condiciona por completo.




















































Al salir del Duomo, decidimos hacer caso a los expertos en estas cuestiones del Arte, y nos dirigimos hasta Santa María Novella, terminada a finales del siglo XIII, y concedida a los frailes dominicos. Su fachada está también entre las más importantes del Renacimiento florentino. Pero venimos principalmente por su interior. Nos han hablado de dos obras, principalmente. Una, La Trinidad, una pintura al fresco de Massacio. Y la otra el Crucifijo, de Giotto, sin el que no se puede entender el paso del románico a un gótico que abre el camino a las maneras de representación del Renacimiento, y nos damos cuenta de ello al tratar de comparar el Crucifijo de su maestro Cimabue con el que realiza Giotto. El cambio es evidente.
Pero empezamos con una contrariedad. La Trinidad de Masaccio está en pleno proceso de restauración, y hay un trampantojo que la cubre por completo. Cuando ya habíamos renunciado a ella, vemos que hay una escalera de acceso al andamio, y un señor sentado con una pequeña mesa. Para ayudar a sufragar los trabajos, han decidido que se pueda acceder al andamio mientras dure la restauración, de modo que se ofrece una visión imposible de obtener en condiciones normales. Elevada, mucho más cercana; aunque se cruzan las barras del andamiaje, pero es que estamos mirando prácticamente a Dios a los ojos. Aunque suene algo irreverente.



























Y luego seguimos disfrutando de una iglesia que nos ha sorprendido enormemente, por el altar mayor, las capillas laterales, las numerosas referencias a uno de los dominicos más universales, como es Santo Tomás de Aquino… Tantas cosas que casi no somos capaces de asumir todo lo que hemos visto aquí.















































Y a la salida, regresamos al centro de la ciudad, para marcar algo menos de dos horas para volver a encontrarnos y dirigirnos a la Academia, que tenemos una cita con David.
Satisfecha ya la alimentación del cuerpo, vamos a alimentar el alma. 5,17 metros de altura; 5572 kg de peso; tallado entre 1501 y 1504 por Miguel Ángel Buonarroti. Representa al rey David justo en el momento previo a enfrentarse a Goliat. David está tenso, mirando, calculando las distancias, la fuerza que deberá emplear para conseguir su objetivo, sabedor de que, quizá, no tenga dos oportunidades ante un rival como el suyo. Hagamos la traslación de David por Florencia (que se ha liberado del yugo de los Medici), de Goliat por sus enemigos (especialmente Roma), y el resultado es perfecto.
Todo lo demás, es dar vueltas a su alrededor para disfrutar de la visión completa de la obra, esculpida a cincel.























El resto de piezas en la Galería tendrán que esperar momentos mejores, porque el tiempo en Florencia se nos acaba; pero nos encontramos con un Crucifijo que nos lleva otra vez a Santa María Novella, y entendemos mejor ese paso del Románico al Gótico que supone Giotto. De una representación esquemática, forzada, plana, a una representación mucho más natural, con volumen, detallada en sus formas. Clarísimo.




Y terminamos así nuestro día en Florencia, que sabe a poco realmente, pero que ha estado bien aprovechado en cada minuto y no le podíamos sacar mucho más. Nos despedimos en el mismo lugar que comenzamos, la iglesia de Santa Croce, que está realmente preciosa con la luz del atardecer.








Ya en el hotel, tenemos la última cena común. Una muy buena lasaña, un muslo de pollo con verduras al horno y, de postre, una panacota bastante decente. No nos podríamos quejar si ahora tuviéramos que ir a descargar varios camiones de obra, pero es que desde aquí, nos vamos a la cama. A ver quién consigue dormir hoy.






Y esto es todo por hoy, familia. Vamos a aprovechar mañana las horas de autobús de camino a Padua para completar el blog.

Un abrazo.

Ana y Javier.

4 comentarios:

  1. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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  2. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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  3. 👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽👏🏽😘😘😘

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  4. Es evidente que el nombre de Florentino es propio de genios , independientemente de la época histórica .Disfrutad de Venecia

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