jueves, 15 de febrero de 2024

Roma, día 3º


 Muy buenas, familia.

Seguimos con la recuperación de las viejas costumbres (aunque es algo redundante, porque para que sea costumbre tiene que ser ya vieja) y, sabiendo que hoy jueves teníamos horas de autobús hasta Pisa, hemos preferido hacer un intercambio, convertir las horas de blog en horas de sueño, y las horas de autobús en horas de blog. Ya lo sentimos por quienes también tenéis la costumbre de leernos mientras desayunáis pero, entre vuestro placer y nuestro sueño, lo segundo ha sido lo primero. Suponemos que sabréis entendernos.

Vamos con el relato de nuestro último día en Roma.

Empezamos relativamente tarde: a partir 8:15 el desayuno, que nos sirvió para terminar de digerir el mal trago que se nos había confirmado ya el día anterior, que no podríamos visitar el Coliseo en su interior por la imposibilidad de conseguir entradas. Esto son consecuencias que arrastramos de la época del Covid. Desaparecieron las filas ante las taquillas para dar la bienvenida a las taquillas y reservas on line, y, además, sólo se abren las reservas para los siguientes 30 días, con lo que cada nuevo día que se desbloquea se colapsa y agota en cuestión de minutos. Luego puedes acudir a los canales menos oficiales, compañías que compran paquetes que luego venden con accesos asistidos con un sobrecoste (todo totalmente legal, que no estamos haciendo una denuncia), incluso a mercados más oscuros paralelos, pero tenemos un problema: vuestros hijos no son su objetivo: Como grupo escolar (con su carta sellada desde el colegio) y estudiantes menores de edad su entrada es gratuita, pagando solamente los profesores acompañantes, y con eso no hay negocio, por lo que no encontramos esa posibilidad. Como siempre hacemos (porque siempre hay algo que se nos cae del programa previsto, bien por falta de entradas, por trabajos de restauración, por falta de tiempo…) tratamos de ofrecerlo como un buen motivo para volver. A ver si cuela, aunque la decepción estaba ahí cuando se lo dijimos.

Vamos a seguir, que nos hemos quedado en el desayuno. Teníamos que tratar de salir del hotel a las 9, después de recoger un poco la habitación, y luego dar un paseo muy agradable hasta la columna de Trajano para llegar hacia las 9:30. Sí, ya sabemos que ese camino se hace en menos de 20 minutos, pero la relación espacio-tiempo con estos muchachos es bastante relativa. Allí nos encontraremos de nuevo con Silvia, nuestra guía de ayer en el Vaticano y también para hoy. Es un lujo tener la oportunidad de que quien vaya a hacernos de Cicerón por los Foros sea alguien que ha trabajado en las campañas de excavación y de investigación arqueológicas; como ella misma nos dijo, ésta era su oficina. Y así comenzamos la visita por el Foro Romano y los Foros Imperiales. Desde finales del 2023 ya se puede recorrer la parte izquierda (si ponemos como destino el Coliseo) del Foro de Trajano, enlazando con el Foro de Julio César y el de Augusto por debajo de la vía, cruzando por donde transcurría el antiguo sistema de alcantarillado de la Cloaca Máxima y otras edificaciones. 
































Así, Silvia conseguía que formáramos en nuestra mente la imagen completa de lo que veíamos sólo como restos, y poníamos en pie las columnas, los frisos recuperaban su posición y aparecían las techumbres de los edificios y todo recuperaba el sentido y podíamos pensar en cómo era el lugar paseando los mismos sitios por donde lo hicieron los protagonistas de la historia, y de la que nos sentimos un poco como actores secundarios y espectadores de lujo.






































Entramos ya en la zona de recorrido habitual de las visitas, dejando a la izquierda el templo de Antonino y Faustina, milagrosamente conservado casi intacto al haberse convertido en iglesia con el cristianismo (así se entiende lo de "milagrosamente", claro), y a la derecha la curia Julia, y rematada con el arco de Septimio Severo (203 d.C.), que la noche anterior observábamos iluminado desde la colina del Capitolio, que conmemora la victoria sobre los partos en la doble campaña en los años 194-195 y 197-199, que supone el extremo de la vía Sacra, en cuyo centro está el arco de Tito (81 d.C), erigido a su vez para celebrar la conquista y saqueo de Jerusalén y la destrucción del segundo templo de Salomón.De hecho, en los interiores del arco se puede ver a la marcha triunfal de los romanos, guiados por la Victoria alada y llevándose la Menorah, el candelabro de oro de 7 brazos que es uno de los símbolos primitivos del judaísmo y que fue colocado en el templo de Jerusalén tras su salida de Egipto.
La vía Sacra termina en el Coliseo (construcción entre el 70-80 d.C.), junto al que se erigiría el arco de Constantino (ya en el 315 d.C.) para celebrar su victoria en la batalla del Puente Milvio sobre las tropas de Majencio, con la colaboración inestimable de la Cruz, que le anunció su victoria el llevar su símbolo "in hoc signo vinces"), y que marca el principio del fin del paganismo y el triunfo del Cristianismo.



























Subimos hacia la colina del palatino, la zona residencial de los emperadores, donde todo nos remite al lujo y el disfrute: termas, piscinas "climatizadas" mediante hipocaustos (una cámara de aire por debajo del vaso de la piscina que era calentada mediante un horno y que hacía circular el aire caliente, a modo de nuestros modernos suelos radiantes), auditorio, hipódromo… Ya sabemos que lo bueno de la vida está marcado por esos pequeños detalles. Un pequeño palacio con vistas al Circo Máximo (hasta 150.000 espectadores, como para no ser el máximo), un pequeño lago artificial, un pequeño ninfeo, un pequeño hipódromo…














Y terminamos nuestra visita guiada junto al anfiteatro Flavio, mejor conocido como el Coliseo, por la estatua colosal de Nerón situada justo donde nos ubicamos para escuchar con atención a Silvia, que nos cuenta y desmonta historia y mitos sobre este recinto y todo lo que en él ocurrió, de las naumaquias, las luchas de gladiadores, de hombres contra fieras, del martirio a los cristianos. Como siempre, de la historia nacen las leyendas cuando se pierde la fuente directa y la imaginación sustituye a la memoria.






Nos despedimos de Silvia como se merece, con una larga y sincera ovación, y nos dirigimos hacia via Cavour para tratar de solucionar la comida y nos emplazamos a las 15:30 en la escalinata que nos lleva hasta la iglesia de San Pietro in Vincoli, San Pedro de las Cadenas, como referencia a las que sirvieron para apresar al apóstol y de las que le liberó un ángel enviado por el Señor (misit dominus angelum suum et eripuit me de manu Herodis), tal y como reza la inscripción sobre la hornacina en la que se encuentra expuesta la reliquia para su veneración, bajo el altar.
Pero lo que realmente nos trae hasta esta iglesia (además de esto, claro está, que ya justificaría la visita) es la tumba de Julio II, proyectada por Miguel Ángel, una composición donde la figura papal sobre el conjunto debía ser el foco de atracción, pero que ha quedado eclipsada por la imponente talla de Moisés (tallada emtre 1513-36). Representa al guía de los judíos justo tras el éxtasis que supuso la recepción de las tablas de la ley, de ser reconocido como el pueblo elegido por Dios, y resulta que los suyos, en lugar de esperarle quietecitos y confiados en su regreso, han vuelto a recuperar los cultos egipcios y están adorando una estatua de oro del buey Apis. Qué decepción. La terribilitá que siempre se ha citado como característica en la obra de Miguel Ángel, aquí está en su máxima expresión. Bien sea que les ha vuelto la cabeza para no mirarlos más, bien sea que no puede dejar de mirarles para ver si se dan cuenta por sí mismos de lo que están haciendo, es tal la tensión que se advierte que es imposible despegarte de ella. Los músculos tensos, la cabeza girada, el movimiento en la barba… justo parece que se va a desencadenar la tormenta, casi se puede escuchar el silencio previo a la batalla.
Nos quedaríamos horas delante de ella; ya hemos dicho en otras ocasiones que está en ese cuarteto ideal, compartido con el David que veremos en Florencia, la Piedad del Vaticano, y el Laocoonte. Vaya cuatro. Nos ha gustado mucho cómo la han llegado a definir algunos de los chicos, recogiendo lo artístico y lo emocional que despierta esta obra:
- "Está tó guapa, la estatua, ¿a que sí?"
- "Guapísima".

Nosotros no lo habríamos dicho mejor.













Pasaamos junto a nuestro viejo amigo el cardenal Aldobrandini, como recuerdo particular y privado a los caídos en los exámenes de Química de 1º de Bachillerato, pero vamos a probar a no rendirnos ante él a ver si cambia la suerte y vencemos a su guadaña, y vamos saliendo de aquí para tratar de completar ya el programa previsto para Roma, dirigiéndonos hacia el Largo de Torre Argentina y su Area Sacra, donde se encuentran los restos de los templos más antiguos de Roma y, además, desde hace apenas unos años, se confirmaron lo que hasta entonces eran sospechas. Es el lugar donde se encontraba el teatro y la curia de Pompeyo, y donde se estaba reuniendo en el año 44 a.C. de manera temporal el Senado romano. En las Idus de Marzo de ese año, los conjurados contra Julio César, encabezados por Bruto y Casio, llevaron a cabo su asesinato para tratar de evitar el régimen autocrático que decían que quería imponer Julio César. Igual no les faltaba razón, pero con ello aceleraron el proceso y, queriendo salvar la República la llevaron a su desaparición formal y al comienzo del Imperio en la persona de Octavio Augusto.












Igual que los conjurados trataron de liberar a la República romana, nosotros vamos a liberar a los muchachos de nuestra presencia y les dejamos el resto de la tarde libre (apenas 4 horas, y tienen que cenar en ese tiempo) para que se gasten alegremente el dinero que con tanto esfuerzo les habéis dado, pero seguro que transformado en un montón de bonitos recuerdos con forma de sudaderas, camisetas, pulseras, y seguro que algo habrá para vosotros también. Que sabemos que os echan mucho de menos y apenas dejan de pensar en vosotros todo el día. Aunque no os llamen. Pero lo hacen para no ponerse tristes. Podéis estar tranquilos.

Y nos volvemos a encontrar a las 21:30 para ir acercándonos hacia el Coliseo de nuevo y verlo ahora iluminado, mucho más tranquilo y con menos bullicio, para tratar de quedarnos con esa última imagen grabada en nuestra mente. Casi lo conseguimos, de no haber sido porque se nos cruzó ya yendo al hotel la prima de Zumosol de Mickey Mouse que, al andar los servicios de limpieza retirando las basuras, no le quedó mas remedio que salir corriendo entre las piernas de alguna de nuestras chicas, que respondieron de una manera tranquila y sosegada, como es normal, claro.








Y con esto cerramos esta etapa del viaje, 3 días intensos en Roma que se han saldado con 18, 21 y 16 kilómetros en nuestrras piernas pero con el mejor de los sabores en nuestras almas.

Un abrazo, familia.

Ana y Javier.

3 comentarios:

  1. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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  2. Muchas gracias Ana y Javier. Un placer leerte. Dan ganas de que nos lleves a los padres. Ya te lo dije hace años...

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  3. Anónimo no soy. Soy Diamante (he escrito el comentario anterior) y ya sabéis que el recuerdo de este viaje es maravilloso.

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