lunes, 19 de febrero de 2024

Padua, día 6º


 
Muy buenas, familia.

Vamos a contar cómo nos fue el viernes en Padua, en el 6º día de nuestro viaje. De momento, ya era diferente, porque nunca hemos tenido como destino Padua. Es decir, sí la hemos visitado, pero siempre como punto intermedio entre Florencia y Monestier di Treviso, que es donde hacíamos la noche previa a Milán, para evitar llegar al hotel a las 6 de la tarde y no tener nada que hacer allí. Veíamos el inmenso parque de Prato della Valle, caminábamos hacia la basílica del Santo, que visitábamos con detalle y de nuevo vuelta al autobús. Así que no conocíamos nada más hasta este viaje, previo al cual Ana se ha empapado de información, datos, arte y cosas que hacer y ver en Padua en un día, que está preparada para que la nombren concejal de Cultura de Padua como mínimo.
Llegamos por la mañana a la ciudad, pero tardamos en acceder al hotel, porque el acceso con el autobús
no es en absoluto sencillo, tanto es así que, finalmente, cogemos las maletas y nos vamos andando, porque vamos a tardar menos en hacer eso 600 metros a pie que con el autobús. Dejamos todas las maletas en una de las habitaciones y nos vamos a caminar; de momento vamos a lo seguro, que es visitar la basílica de San Antonio, el Santo Predicador (perteneciente a los Frailes Menores primero y después a los franciscanos), erigida a partir de 1238, apenas 6 años después de su muerte en 1232 y su canonización sin que se cumpliera un año de su fallecimiento. Y al llegar a la plaza, lo primero que nos encontramos es con que la escultura ecuestre del Condottiero Gattamelata, obra en bronce de Donatello, y que es una de las primeras estatuas ecuestres de todo el Renacimiento se encuentra en proceso de restauración, y no será posible disfrutar de los avances que presenta respecto a los periodos anteriores.

La basílica es una mezcla de estilos, ya  que su crecimiento ha ido dándose a lo largo de varios siglos, y lo vemos en la fachada, románica pero con los arcos ligeramente apuntados ya, las cúpulas son bizantinas, que nos llevan a las de San Marcos en Venecia, una torre cónica adosada al crucero y diferentes campanarios. Y por dentro la mezcla de estilos es aún mayor, tanto como para no entretenernos en una descripción demasiado amplia. Además, no está permitido realizar fotografías en su interior, por lo que vamos a obviar los detalles artísticos. Sólo vamos a comentar la especial trascendencia que tiene la capilla de las reliquias, donde se expone el mentón y la lengua incorrupta del Santo, como las más destacadas, además de otras muchas traídas de diversos sitios.

Salimos a uno de los claustros, donde se encuentra un magnolio monumental, y nos vamos dirigiendo aa la salida del conjunto, pensando en que ya vamos teniendo hambre, que son ya las dos de la tarde.












Como venimos de Florencia y de Roma, que son ciudades que siempre están abiertas, no nos hemos dado cuenta de que aquí, en Padua, vamos a encontrarnos con problemas para comer a estas horas, y la frase "la cocina está cerrada" va a ser la respuesta que más habitualmente obtengamos a nuestra pregunta. De una manera o de otra, nos citamos a las 16:30 para continuar con el programa que Ana ha preparado. A partir de aquí, todo es nuevo parar todos, va a haber una expresión que se haga común y fuerte entre nosotros: "¡Ojo, Padua!" porque, cuanto más nos adentramos en su centro histórico, más valor le damos a esta ciudad. Hemos pasado junto a los restos del anfiteatro de época romana, y también hemos visto varias puertas de acceso a la ciudad a través de la muralla del siglo XVI. Pero nos vamos a centrar en una serie de edificios y plazas. Empezamos por la piazza dei Signori, con la torre del Reloj en uno de sus extremos, y que data del siglo XV, siendo la maquinaria de reloj más antigua del mundo. Durante siglos, esta plaza fue el escenario de las celebraciones de la ciudad, de los torneos y de las funciones de representación.



















Accedemos a la Loggia del Consiglio o de la Gran Guardia, edificio renacentista de finales del XV, proyectada como sede del Consejo y decorada con frescos en 1667. Aprovechamos que hay una exposición estudiantil sobre fuentes de energía para visitarla, prestando más atención al continente que al contenido, que es lo que nos tiene aquí. La vigilancia pasiva que ejerce el conserje nos permite disfrutar del salón y por un momento nos sentimos como los encargados de tomar las decisiones importantes de la ciudad, como en los buenos tiempos de este edificio.
























Desde ahí nos dirigimos al Palacio de la Ragione, antigua sede de la administración de justicia en la ciudad, así como mercado cubierto de Padua, recordando el concepto de Lonja como espacio abierto y cubierto. Tuvo unos frescos de Giotto, pero se perdieron en un incendio en 1420. Este edificio divide en diagonal un espacio mayor, que va a quedar separado en la piazza della Fruta y la piazza delle Erbe. Mercado de frutas y verduras, en definitiva.

















Seguimos avanzando hacia la catedral, a la que le sucede algo curioso, o raro: no es la iglesia más importante de la ciudad. San Antonio tiene "la culpa" en este caso. Comenzada tal y como la vemos hoy en 1551 y terminada ya en la 2ª mitad del XVIII. Quizá tenga mayor relevancia el Baptisterio que está a su derecha, y que alberga una de los ciclos de frescos más importantes del siglo XIV, obra de Giusto de Menabuoi. Aunque lamentablemente no podemos visitarlo, que a esta hora ya está cerrado.






















Seguimos callejeando por Padua, y vamos en busca del Palazzo Bo, que es la sede de la universidad de Padua, afamada por sus estudios de Derecho y por acoger el Teatro Anatómico más antiguo del mundo, en el que los profesores realizaban las disecciones en el centro de la sala mientras los alumnos observaban desde las 6 niveles de graderío alrededor. Nos llama muchísimo la atención en este edificio la masiva colocación de placas en las paredes, a modo de escudos (más de 3000, parece ser), a modo de orla de estudios, con el nombre del estudiante y su nacionalidad.

















Y ya va siendo hora de retirarnos al hotel, después de haber cenado, con otro tranquilo paseo en este caso a través del ghetto judío de la ciudad, donde son frecuentes las placas, lápidas y, más recientemente las "stolpersteine", pequeños cubos de piedra recubiertos de latón con la información del último lugar donde vivió y la profesión que desempeñó la persona antes de ser llevado al campo de concentración. La huella de la barbaridad que supuso la II Guerra Mundial aquí está muy presente.



Y con esto terminamos un día que comenzábamos algo desganados pero que nos ha terminado ganando a medida que íbamos descubriendo rincones, edificios y lugares que hacen de esta ciudad un destino muy recomendable.

Llevamos retraso ya con el relato de Venecia; a ver qué tal se da mañana.

Un abrazo, familia.


Ana y Javier.


2 comentarios:

  1. Padua, la gran desconocida 👏🏽👏🏽👏🏽

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  2. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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