martes, 17 de febrero de 2015

Milán y Verona, Día 2º

Muy buenas, familia;

Ya estamos en el hotel Villa Fiorita, que ya sabéis que no patrocina este blog, pero porque no quiere, porque podría hacerlo. El wi-fi va como un tiro, y las habitaciones son dignas de un muy buen 4 estrellas. Incluso en España.

Vamos con lo que nos afecta, tanto por lo que sucede como por lo del afecto.
El desayuno ha estado bastante bien; potente, hipercalórico que dirían los de Educación Física. Pero hay mucho que recuperar del día de ayer. Suficientemente dulce para los que tenemos tendencia a los croissants, donuts, herraduras de chocolate, de crema. Damos fe de que estaban buenas. Y suficientemente salado, con jamón cocido, quesos, panecillos. Y mantequilla, y mermeladas. Tres tipos de zumos, diferentes modalidades de café; y sorpresa: ¡Sobres de Nesquick! Nada de esa agua caliente espesa y oscura que algunas máquinas llaman chocolate.

Hoy teníamos la mañana en Milán, algo a lo que no estamos acostumbrados, siempre como salida o entrada del circuito y como punto de partida. El Duomo, la Scala, la Galería... a eso se había reducido hasta ahora. Pero como este año teníamos más tiempo le añadimos ayer el Castello Sforzesco, el interior de Santa Maria delle Grazie, el parque Sempione... Así que Ana estuvo buscando y encontró un buen trozo de limón de Milán para exprimir por la mañana. La iglesia de San Lorenzo y la de San Ambrosio. Fabulosas. La de San Lorenzo con su planta circular, a la que se le han ido añadiendo ábsides, capillas y sacristías de ladrillo de manera un tanto caótica a su origen en piedra. El resultado es curioso cuando menos, y tiene algo que atrae y te pone de su parte.




Y eso es viendo la parte trasera, que al acercarnos a la fachada principal, la sorpresa es mayúscula. Aprovechando una puerta de la antigua muralla, la Porta dei Ticinesci y las columnas que quedaban de un templo del final del Imperio romano, formaron el límite del terreno sagrado de la iglesia.  8,5 metros de columna con su capitel corintio, puestas en hilera. Para rematar, hay una estatua de Constantino, el emperador que permitió el cristianismo en el Imperio, hijo de Santa Elena, primera santa de la Iglesia Católica. Para quienes tenemos siempre presente la Antigüedad Clásica es algo muy especial ver a la moderna Milán, exponente máximo del diseño y la vanguardia de la moda, rendir homenaje a sus orígenes, reconocer Mediolanum disimulando su nombre. Y encontramos restos de la antigua calzada que la cruzaba, y los restos del anfiteatro, y más capiteles y columnas diseminados por esta zona periférica de la muralla. Comienza bien la mañana.





Avanzamos, siguiendo el trazado de la antigua muralla, y pasamos ante algo que no sabemos si tiene un toque naif o es más de terror, hasta que entendemos su explicación. Es un montaje para mostrar el rechazo a la violencia contra la mujer, representado en una pared llena de muñecas y espejos rotos que te deja bastante raro, como con mal cuerpo. De eso se trata.


Llegamos a la iglesia de San Ambrosio, la más antigua de Milán, edificada entre el 379 y 386 por orden del propio San Ambrosio, obispo de Milán y uno de los cuatro padres de la Iglesia Católica. Se construyó sobre la zona en que se martirizaba a los primitivos cristianos, por lo que tomó en principio el nombre de Basílica de los Mártires. En el interior del conjunto destaca un claustro, con sus lápidas de los enterramientos que acoge, para dar paso a la iglesia. Se observan restos de los frescos que decoraron la piedra enyesada, pero lo que más llama la atención es el ciborio que protege el altar, y es el momento en que te fijas en el altar, del siglo X, y que es una obra maestra de orfebrería, en oro, plata, piedras preciosas y esmaltes. Normal que se encuentre una gruesa plancha de cristal protegiéndolo. Quien evita la tentación, evita el peligro.
Ahora ya podemos mirar el techo del ábside, que es un gran mosaico de pan de oro, y el pantocrátor que cierra la cúpula. Realmente ha merecido la pena. Y contar con Ana, y que te lo cuente Ana es un lujo. Tanto como el del altar. O más.






Regresamos hacia el Duomo, para cumplir con la foto que ayer nos robó la lluvia, y nos damos cuenta de que el cielo está más azul que al principio de la mañana. Buen presagio. Con ella, y con una comida temprana para lo que estamos habituados, nos despedimos de Milán.



Paula, nuestra guía de Travelplan, nos da una buena noticia. Dos horas de viaje hasta Verona. Prometemos que se nos van a pasar en un abrir y cerrar de ojos. Literalmente. Los cerramos en Milán, y al abrirlos, ya estamos en Verona. Aquí están las pruebas. por descarte, si contáis y reconocéis a los que salen, sabréis quién es el que no se fía de que el fotógrafo vaya a respetar su sueño. Os aseguramos que no llevábamos ni diez minutos de viaje cuando las hicimos. Así de fuerte pegaba Morfeo. Por cierto, el fotógrafo también se durmió, pero no quedaba nadie despierto para comprobarlo. Como decían los WatchMen, quis custodet ipsos custodes?











A las cuatro estamos en Verona, que nos recibe con su recién inaugurado Centro de Recepción para Turistas, apenas 400 metros más lejos que el emplazamiento anterior junto a las murallas, ahora del otro lado del río Adige. Paula nos dirige hasta la Plaza Bra, donde se encuentra el anfiteatro, la Arena, y nos da las indicaciones necesarias para poder regresar aquí dentro de dos horas, y partir hacia el hotel. Así que toca correr para que quepa todo, hasta un tiempo libre para pasar frío de forma voluntaria. Luego lo entenderéis.



Pagamos la entrada al anfiteatro, el tercero más grande de todo el Imperio, y el mejor conservado de todos. 30.000 personas cabían en sus gradas. Y este año podemos pisar la arena, que no se programan espectáculos en esta semana. La perspectiva desde abajo es fenomenal. Y uno se hace una idea de cómo un gladiador, que era un esclavo, podía ser admirado por su lucha, y suspiraran por él las damas romanas. Es como estar en el centro del mundo.











Desde allí, bajamos por la calle Mazzini hasta la plaza delle Erbe, con el palacio de los Scaligeri, que gobernaron la ciudad en los siglos XIII y XIV. Y las fachadas de los palacios decoradas con frescos. Y la Domus Mercatorum. Y la estatua de la Justicia. Y el león de San Marcos, que domina la plaza desde uno de sus extremos, recordándonos que estamos en la segunda ciudad en importancia de la región del Véneto,. Después de Venecia.




Y vamos a cumplir con la penúltima tradición de Verona. Hay que ver la casa de Julieta. Aunque creas que no lo es. Aunque sepas que es un personaje literario. Pero hay que dejarse llevar y participar del juego. Julieta ya ha regresado de la operación del año pasado, y muestra orgullosa los resultados de la misma, y consiente los abusos de la masa, que le toca impúdica el pecho que gentilmente ofrece.



Y decimos bien lo de penúltima, porque la última es la de dar cuenta de los fabulosos helados que por aquí hay. Sobran las palabras. Faltan para describirlos. Como dijo Leónidas a los persas: Venid y cogedlos.




Y regresamos al autobús, para llegar hasta Monastier de Treviso, donde está nuestro hotel por los siguientes dos días. Todos en la misma planta, en habitaciones contiguas casi todos. Gracias, Paula, por facilitar nuestro trabajo.

Un pequeño paseo para ir a cenar todos juntos a una pizzería a apenas 150 metros del hotel, donde nadie se atreve a pedirse la especialidad de la casa: la mítica pizza Roberto, con ingredientes sorpresa. Conversaciones profundas que se prolongan desde la tarde tienen lugar con la banda sonora de la mensajería instantánea que nos da una muy buena red wi-fi del restaurante, hasta que llegan las pizzas. Generosas, grandes, algunas compartidas, como el cariño y la amistad, hacen cesar la conversación hasta que van desapareciendo de los platos.





Ganas de volver al hotel para acabar esa partida de la Play pendiente, o darse esa ducha que reconforte, o para escribir unas cuantas líneas que te llevan más tiempo de lo que pensábamos; pero ya sabéis que a algunos les cuesta resumir, aunque lo que sí se resumen son las horas que faltan para que a las 6:30 suene el despertador para ir a Venecia. El martes de Carnaval. A ver qué nos encontramos.

Un abrazo, 


Ana y Javier

3 comentarios:

  1. Gracias chicos por parecer que estamos visitando ciudades cómo Verona y Milán, que personalmente no conozco, con vosotros. Aunque reconoced que tomáis notas durante el día para luego escribir este "pequeño diario", porque conozco alguno que no se acuerda ni de lo que ha cenado, cómo para acordarse del resto...
    Un abrazo y que sigais disfrutando y haciéndonos disfrutar del viaje.

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  2. Hoy Venecia y además con su famoso carnaval .El relato de mañana promete mucho .Saludos para profes y alumnos

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  3. Muchas gracias por el esfuerzo para realizar este blog tan estupendo, que nos tiene a los padres impacientes para ver a nuestros hijos disfrutar y pasarlo bien y deseosos de leer este diario tan fantástico.
    Un abrazo para todos

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