viernes, 20 de febrero de 2015

Pisa y Siena, Día 5º

Muy buenas, familia;

Se hace raro, porque hoy ha habido ración doble de blog, y hace apenas unas horas que hemos terminado de escribir y subir el anterior, y ya estamos con el siguiente. Pero bueno, aquí, en el Hotel Cristoforo Colombo de Roma, han cambiado algunas cosas. El año pasado el wi-fi era de pago, bien por horas o por día completo, y encima funcionaba bastante mal. Este año, por lo menos es gratis. Es lo único que ha cambiado; porque su funcionamiento sigue siendo bastante irregular. Funciona en el ordenador, pero mal en los teléfonos, e incluso sólo funciona con determinadas aplicaciones, y las más habituales presentan fallos. Al menos ha dejado subir todas las fotos, así que vamos a contaros lo que hemos hecho hoy.

Ayer decíamos que habíamos dicho casi todo sobre el hotel de Prato, el Wall Art. Pero que nos guardábamos la última. El espacio para el buffet no era muy grande, pero había lo necesario para un buen desayuno, cereales, yogur, máquina de cafe y sucedáneo de chocolate, un zumo rojo, inidentificable por el sabor, croissants, panecillos, fiambre y huevos revueltos. Hasta ahí, todo bien. El problema viene cuando se va acabando lo que había en los mostradores; que nadie sale a reponer. Y a algunos ya no les han llegado los croissants. Pero es que del grupo total faltaban bastantes por bajar todavía. Y han llegado; pero no han repuesto. Ana ha ido a decirlo a recepción, y al cabo de un buen rato a aparecido un diligente camarero, que ha traído un par de boles para cereales y ha rellenado el recipiente de los de chocolate. Pero de la bollería nunca más se supo. Al que no le guste lo salado para desayunar, lo ha tenido claro. Y esto ya no es algo hasta un punto accesorio como puede ser la red wi-fi. Es el desayuno, y no es que sea malo, o poco (más bien nada) variado; es que es insuficiente, deficitario. Ya está. Dicho queda.

En fin. Hoy tenemos horas de autobús para aburrir, y como ayer no pudimos hacer el blog y decidimos descansar, pues las horas que habitualmente se duermen en el viaje, hoy las dedicamos a escribir para, en cuanto se pueda, subirlo al blog. Por eso no hay evidencias de los ataques de Morfeo, que sin duda ha hecho de las suyas, y además fuertes. Dos horas y nos plantamos en Pisa a las 10:15. Paula nos ha contado el plan en el autobús, y a las 13:00 tenemos que salir de Pisa, ya habiendo comido. Lo que nos deja dos horas para las visitas: la torre, la catedral y el baptisterio; ver los frescos del cementerio de nuevo queda fuera de hora. Por eso, mientras Ana acompaña al grupo, Javier se adelanta hasta las taquillas, para reservar hora para la torre, ya que va en tramos de 30 minutos. Conseguimos para las 11:00; ya está hecho el plan: primero la catedral, luego el campanario y finalizamos con el baptisterio. Si todo sale según lo previsto, a las 12:05 habremos terminado, y nos quedará casi una hora entera para comer. Hay que apretar. Entramos en la catedral, con la advocación de Santa María Assunta. Tiene el estilo del gótico pisano, como no puede ser de otra manera, y se alternan los colores negro y blanco del mármol en sus arcos, con las paredes vestidas con enormes cuadros y retablos. En el crucero encontramos en la derecha, la tumba de San Raniero, patrón de la ciudad. Llaman poderosamente la atención los techos, artesonados, y los mosaicos del ábisde y de los extremos de los cruceros. El ábside presenta un Pantocrátor impresionante, cuyo autor es Cimabue, que destaca tanto como los frescos que decoran el techo de la cúpula, obra de Riminaldi. y el otro elemento que atrae la atención de todos es el púlpito, profusamente decorado, empleando cariátides en lugar de columnas, prescindiendo de arcos sustituidos por ménsulas y dotado de un extraordinario movimiento.












Y nos vamos; que a las 10:50 hay que dejar las mochilas en la consigna para poder subir al Campanile. 3,99 metros de inclinación, o 4º, y 294 escalones nos separan de la cima, una cima que ya no es practicable desde hace más de un año. El resto, ya se sabe: que te vas inclinando hacia los lados según subes, que produce una sensación de vértigo importante cuando te asomas por las aparentemente débiles rejas de protección, que no se pueden tocar las campanas. Y que desde arriba se tienen unas vistas de la ciudad sensacionales. Pero no podemos dejar que esos miedos irracionales nos impidan hacer cosas que todos hacen. Y lo conseguimos, todos.


















Bajamos hacia las 11:35, con el tiempo justo para acercarnos hasta el Battisterio, dedicado a San Juan, como no puede ser de otra manera. Es de planta octogonal, aunque desde el interior la sensación es de ser prácticamente redondo. Llama la atención que la cúpula no presente ningún tipo de decoración, de pintura lisa. Lo que sí atrae la mirada desde el primer momento es la pila bautismal que se encuentra en el centro, que se utilizaba para hacer los bautismos por inmersión, y de ahí sus dimensiones; enormes, con una figura de San Juan Bautista en el centro, que lo preside todo. Accedemos a la galería superior, sabiendo que en apenas unos minutos el empleado de la entrada entonará un coro para mostrar la capacidad de reverberación que tiene el edificio. Y así es; su voz se prolonga por varios segundos, de modo que se van enlazando las diferentes voces que hace el cantor. Es una pasada. También lo es una abertura que se ha hecho en la malla metálica que protege las ventanas, y que permite tener una visión privilegiada sobre la fachada de la catedral.

Apenas nos queda tiempo para hacer las fotos de grupo de rigor, y a las 12:10 tenemos que ponernos a comer, pero nuestros estómagos ya se van acostumbrando a comer cuando toca, y no cuando se quiera.
















De nuevo estamos en el autobús, habiendo comido la mayoría de una manera atragantada, porque hay que estar más ágiles a la hora de elegir la pizza, y porque meterse 8 tipos a comer en el mismo sitio no suele ser una buena opción, sobre todo si a cada uno le tienen que hacer una comida distinta. Pero bueno, cumplimos con los dos objetivos que teníamos, que era ver todo lo posible en Pisa y volver comidos al autobús, aunque lo hayamos terminado por el camino.

Dos horas más para trabajar en el blog, o para abandonarnos a soñar con lo que acabamos de ver, que siempre se dice que dormir ayuda a asimilar y fijar los conceptos; éstos tienen que estar grabados a fuego en nuestras mentes, a juzgar por la siesta que algunos han disfrutado. Para quienes tenían que trabajar, el tiempo cunde notablemente, y no sólo se termina de escribir todo lo acontecido en Florencia, sino que además, aprovechando la tarifa de datos del teléfono, subimos las fotografías correspondientes. Ya sólo falta ordenarlas y lo podremos publicar.

Llegamos a Siena, ciudad de unos 60.000 habitantes, pero que gozó de un pasado esplendoroso, que se vio truncado por el auge de Florencia y su preponderancia en la zona; pero Siena plantó cara, como demuestra la Plaza del Campo, la Catedral, y los muchos palacios medievales y del primer Renacimiento que se encuentran en la ciudad. Hay constantes referencias a la Carrera del Palio, a sus caballos, y a la división en contradas o barrios de la ciudad, que defenderán sus caballos en esa carrera que se realiza dos veces al año, el 2 de Julio, por la Virgen de Provenzano, y el 16 de Agosto, por la Asunción de la Virgen. Es curioso también cómo cada contrada tiene asignada animales simbólicos, tan variopintos como el caracol o la pantera. Sus callejuelas, estrechas, curvadas, tienen ese sabor especial antiguo. También tienen representaciones de la Loba, que amamantara a Rómulo y Remo, y es que, cuenta la leyenda, que Siena fue fundada por Remo.





Y así llegamos hasta la Catedral. Que mantiene el estilo del gótico de la región, con la combinación de los colores negro y blanco en el mármol, y con unos extraordinarios dorados en la decoración de los frontones de la fachada. Pero si por fuera es preciosa, por dentro es sensacional. Se acentúa la coloración en negro y blanco, que afecta ya no sólo a los arcos, como pasaba en Pisa, si no a todos los elementos estructurales del edificio. Y además, cuenta con unos mosaicos en el suelo que son para analizar muy, muy despacio. No sólo representan pasajes bíblicos, como suele ser habitual; además, y es algo muy particular y casi único, hay representaciones de personajes paganos, pero en cuyas obras se pensó que se anunciaba la venda de Jesús a la Tierra, como son las Sibilas, o los filósofos, que aparecen en diversas situaciones, como reflexionando acerca de la importancia de la Fortuna y su consideración. Así vemos representados a Sócrates, Aristóteles, Séneca, Eurípides…

También le prestamos atención en un lateral, a la capilla bautismal, en la que apreciamos una escultura de San Juan, que aquí aparece con una edad avanzada, no como en Pisa, que aparecía representado en su juventud, no siendo lo habitual.















Y sólo nos falta la Plaza del Campo. Absolutamente deliciosa. El edificio que la preside rápidamente nos evoca el palacio de la Signoria de Florencia. Además, la estructura de la plaza hace que la atención se dirija allí, con esa acentuada pendiente hacia el centro, casi como en un antiguo teatro griego. La luz que tenemos ya es de atardecida, y la torre se resiste a ser atrapada por la sombra e intenta erguirse un poco más para reivindicar el papel de esta ciudad en la historia de Italia. 






Ya de regreso al autobús, nos acercamos apenas un momento para contemplar el paisaje desde lo alto de la colina en que se asienta Siena, sobre la campiña toscana. No es una foto; parecen postales.



Otra vez autobús, ahora durante casi tres horas, para llegar a Roma. Qué mejor anfitrión podemos tener que ser acompañados por Máximo Décimo Meridio, comandante de los ejércitos del norte, general de las legiones Felix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, para ayudarle a alcanzar su venganza en esta vida o en la otra.

Nos espera la cena en el hotel: Penne zuchinni e involtini di pesce con insalate. Lo que viene a ser macarrones con calabacín , y un papillot de pescado con ensalada. Y de postre, bizcocho con crema pastelera y trocitos de fruta. Bastante decente.

Mañana, más bien dentro de un rato, a las 6:30 sonará el despertador, que nos espera la visita panorámica de Roma y los Museos Vaticanos. Para acabar bien arriba. Roma vincit.

Un abrazo,


Ana y Javier

7 comentarios:

  1. ¿¿Cómo puede daros tiempo a ver tantas cosas?? Desde luego es un viaje de lo más aprovechado. Mil gracias, Ana y Javier, por vuestro trabajo impagable y por este blog que nos permite viajar con vosotros. Disfrutad del final del viaje y de la ciudad eterna. Un abrazo

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  2. Gracias por este maravilloso blog que a muchos nos sirve de recordatorio de lo que pasó tan solo hace un año. Disfrutad mucho y pasado muy bien. Un beso.

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  3. Gracias por este maravilloso blog que a muchos nos sirve de recordatorio de lo que pasó tan solo hace un año. Disfrutad mucho y pasado muy bien. Un beso.

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  4. Qué envidia!!!!!! Y que buen tiempo habéis tenido!!!!! Disfrutad del día que os queda.

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  5. Que fotos tan interesantes estáis mandando. Aprovechad lo que que queda de viaje. Nos dáis una sana envidia. Un abrazo para todos.

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  6. Seguimos viajando con vosotros y estamos encantados de acompañaros... ¡Gracias por regalarnos esta oportunidad! Seguid disfrutando hasta el final. Un abrazo

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