miércoles, 10 de febrero de 2016

Roma, día 3º

Muy buenas, familia;

Hoy sí que sí; hoy vamos a ser breves, que mañana se repite el horario de levantarse a las 6:00 de la mañana, y ya vamos teniendo una edad y nuestro cuerpo nos va pidiendo descanso a gritos. Así que vamos con ello directamente.

Las 6 de la mañana es muy pronto. Cuando eres joven te parece muy pronto para acostarse si la noche pinta bien y se alarga, pero cuando más pronto parece es el día que tienes que ponerte el despertador para levantarte. Es muy pronto. Aún así, todos responden bien, y con mejor o peor cara, todos van saliendo de sus cuevas y yendo a desayunar en cuerpo presente, que el alma se ha quedado agarrado a las sábanas durante unos minutos más. Y esto se nota en cuanto nos montamos al autobús para hacer la visita panorámica por Roma. Por más que Paula, nuestra guía de Travelplan, es encantadora, tanto como eficiente en su trabajo; siempre va un paso por delante de nosotros resolviéndonos problemas que se nos pueden presentar, facilitándonos soluciones a la circunstancia especial de que seamos un grupo autónomo dentro de otro grupo. Por más que Pilar, la guía para el día de hoy, sea la persona más apasionada y original a la hora de contarnos todos los detalles de esta ciudad eterna. Y el Hombre del Mazo ataca cuando menos te lo esperas: estás tan atento a la explicación, notas un leve picor en los ojos, parpadeas un par de veces para ver si se limpian bien con el lagrimeo y, ya está, caíste. Y siempre hay alguien dispuesto a dejar constancia de este momento. Compañerismo y solidaridad con el que sufre, se llama.







Las explicaciones de Pilar se suceden rápidas, interesantes, trufadas de datos relevantes y con esa peculiar manera de contar las cosas que tanto nos engancha, con un lenguaje cercano, coloquial, que nos llega fácilmente. Y eso que no es fácil ir mezclando español y portugués al tiempo, para adaptarse a las necesidades de nuestro grupo, en el que estamos nosotros integrados. Terminamos la visita panorámica en la fila para entrar a los Museos Vaticanos.Y lo hacemos con una advertencia: este año el Papa lo ha declarado como Año Santo de la Misericordia, y durante todo el año se realizan actividades extraordinarias, casualmente en esta semana son expuestos en el interior de la basílica de San Pedro los cuerpos embalsamados de San Pío de Pietrelcina y San Leopoldo Mandić, santos de la Misericordia. Precisamente hoy, martes 9 de febrero, el Santo Padre va a oficiar una misa en San Pedro por la mañana, lo que hará prácticamente imposible acceder a la basílica como turistas en toda la mañana. Tan sólo pueden acceder los peregrinos, soportando una fila de varias horas de espera. Y lo mismo sucederá con el acceso a la cúpula. Que no habrá tal acceso. Se nos empieza a caer al suelo todo el plan del día de hoy.

Comenzamos la visita a los museos con la explicación de la Capilla Sixtina en uno de los patios que se han habilitado este verano para dar mayor cabida a los visitantes, idea del propio Papa Francisco que cede el uso de parte de los jardines privados del territorio.Un sol bastante potente hace que incluso tengamos que buscar un poco de sombra para no pasar demasiado calor durante la explicación. Y cruzamos el patio de la Piña, para acceder a las galerías de escultura, donde nos encontramos con los clásicos: el Torso Belvedere, los bustos de Sócrates y Pericles, Astarté como diosa de la fecundidad, Hércules en bronce de época romana. Y sobre todo, las dos piezas maestras, por las que merece la pena desplazarse desde donde sea sólo por venir a verlas: el Apolo del Belvedere y el Laocoonte. Lástima que no sepamos por qué teníamos demasiada prisa como para poder detenernos unos minutos a contemplarlas como se merecían, y no desde lejos, como el que saluda a un conocido con el que no tienes muchas ganas de hablar.


















Avanzamos por las galerías de los mapas y de los tapices, a los que sí dedicamos más tiempo, junto con sus techos de trampantojo y sus falsos relieves, algo que nos sigue asombrando a pesar de sabernos el truco.



Y terminamos en la Capilla Sixtina, con los maravillosos frescos que Miguel Ángel pintó a lo largo de 10 años, dando como resultado la mayor obra maestra del arte. Hay mucha gente dentro; demasiada, para nuestro gusto. Nunca hemos visto tanta gente dentro. Han de ser las consecuencias del año jubilar. Cuando volvemos a encender las radios que nos sirven para escuchar las indicaciones de Pilar, recibimos la noticia de que han conseguido que los grupos de turistas puedan acceder al interior de la Basílica de manera casi directa desde la visita a la capilla Sixtina, con la justificación de que, en el fondo, esto es una especie de contrato del Vaticano con las agencias, que tienen permiso para acceder de ese modo, y ahora una de las partes modifica unilateralmente las condiciones del contrato. Mal negocio cuando la fe se mezcla con los negocios. Aunque ahora salgamos beneficiados. Ciertamente la visita al interior de la basílica se ve reducida a una muy buena explicación de la Piedad, que Miguel Ángel esculpió cuando tenia apenas 24 años. Y ya es perfecta.

Una rápida explicación de por qué las dimensiones de esta basílica, del baldaquino de Bernini que corona el altar principal, y vamos abandonando el templo para que Pilar nos cuente lo que sabe de la columnata que simboliza el abrazo a toda la cristiandad que se concentra en el Vaticano. Le pedimos que cuando termine no nos haga abandonar el recinto vallado, porque queremos subir a la cúpula y la única manera de hacerlo es estando dentro, ya que si tenemos que salir y hacer la fila para acceder al recinto, no entraremos ni de casualidad. Nos despedimos de Pilar y del resto del grupo con el deseo de volvernos a ver dentro de un año, y por nuestra parte estamos más que dispuestos a cumplirlo. Creemos que por la suya también.














Así que ahí estamos. Subiendo a la cúpula del Vaticano a la una del mediodía. Nos ha resultado muy fácil acceder, no había nadie esperando para subir, todo son peregrinos que se dirigen a venerar los restos de los dos santos franciscanos. Sin tiempo para pensarlo, empezamos a subir los escalones, al principio muy suaves, y anchos, pero que se van estrechando a medida que subes, hasta que tu propio cuerpo se ha de amoldar a la forma curve que tiene la estructura. A causa del año jubilar, tampoco están abiertas las puertas que dan paso al interior de la cúpula, con lo que nos perdemos la vista de la basílica desde arriba, y encima era un tiempo muy bueno para recuperar el resuello, muy castigado por la abundancia de escalones y de años que ya llevamos encima.

La vista desde la linterna de la cúpula es asombrosa; la prolongación de la Via della Conziliazione, los jardines privados del Papa, toda la estructura de los Museos Vaticanos, la estación de Radio Vaticana instalada por el propio Marconi. Somos muy pequeñitos comparados con todo esto. Y como no hay mucha gente que suba, podemos aprovechar para disfrutar con calma del momento y hacernos todas las fotos que se nos ocurran.




















El descenso tiene una sorpresa: la salida se realiza al interior de San Pedro, y cuando lo hacemos, el acto religioso principal ya ha terminado, por lo que decidimos echarle un poquito de arte y aprovechar para hacer la visita por nuestra cuenta, y así podemos visitar casi todas las capillas del lateral derecho, llegar casi hasta el baldaquino de Bernini, apreciar la parte interior de la cúpula y la figura del Espíritu Santo de alabastro que recibe una iluminación especial por su carácter translúcido. Casi reluce tanto como las zapatillas de una de nuestras alumnas, repletas de lentejuelas y brillos.



Con la fortuna de coincidir con el cambio de guardia de la Guardia Suiza, nos emplazamos a las 5 de la tarde para partir hacia nuestro últimos objetivos en Roma: la Boca de la Verdad y los templos de Portunus y de Hércules Victor o de Vesta, según diferentes interpretaciones. Algunas de nuestras alumnas quieren celebrar el martes de Carnaval y se colocan los adornos traídos desde España para la ocasión. Si es necesario, negaremos cualquier relación con ellas.







Buscamos la salida natural de la plaza de San Pedro, que es la Via della Conziliazione, para llegar hasta el Mausoleo de Adriano, que se transformó en Castell Sant'Ángelo, residencia fortificada de los Papas cuando venían mal dadas en cuestiones políticas y terrenales.

Desde allí, atravesando el puente del mismo nombre, con sus representaciones de la Pasión de Jesús, nos dirigimos hacia la derecha, acompañando al río en su descenso y disfrutando de la luz crepuscular que vamos encontrando en cada puente, hasta llegar a la altura de la Isla Tiberina, donde se encuentran los dos templos de la antigua Roma, de los siglos II y I a.C. Es cierto, también se encuentra la iglesia de Santa María in Cosmedin, con su Boca de la Verdad, pero tiene esos horarios tan divertidos que cierra a las 17:50. La verdad es que tampoco es que nos suponga demasiada decepción, sabiendo que no es más que la tapadera de una antigua alcantarilla sobre la que se ha formado toda una leyenda.

Terminamos con el arco de Jano y sus cuatro puertas como corresponde al protector de las puertas de la cudad, en las cuatro direcciones posibles.















Y con esto hemos terminado nuestro programa en Roma, y para celebrarlo nos dirigimos al barrio del Trastevere, para realizar una cena común en la Antica Trattoría La Villetta, que se descubre como un local típico, con sus manteles de cuadros verdes y el olor al horno de leña nada más entrar que confirma que no nos hemos equivocado al elegirlo.





Regresamos paseando hasta piazza Venezia para coger el último autobús que nos lleve de regreso al hotel Ars, dejándonos el placer de pasar junto al teatro de Marcelo, que será el último recuerdo que nos llevamos de esta Roma a la que ya estamos deseando volver.


Y nos vamos a descansar un poco, que en nada suena el despertador para llevarnos a la cuna del Renacimiento: Florencia. Pero ya os lo contamos mañana.


Un fuerte abrazo,


Mª Ángeles y Javier

1 comentario:

  1. ¡¡Muchas gracias por ser nuestros guías aunque sea virtuales¡¡ No estamos allí pero tal y como lo describís, sin que se escape ningún detalle, como si lo estuviéramos. Yo ya me imagino por esas calles con tanta y tanta historia a cada paso ... No se puede contar mejor. Mil gracias a los dos por todo y a seguir disfrutando del viaje ¡¡

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