El madrugón de hoy ha sido considerable. A las 5.45 sonaban los teléfonos de las habitaciones, pero nosotros ya nos hemos hecho unos expertos y con levantarnos a las 6 tenemos tiempo de sobra. Salimos en el bus camino de Verona, que nos queda a medio camino de nuestro último destino, Milán.
La primera parada es el anfiteatro, también llamado la Arena, sencillamente espectacular.
Después caminamos hacia la Piazza delle Erbe donde compramos algún recuerdo y paseamos entre sus puestos, también visitamos la Torre dei Lamberti y el Palazzo de la Regione.
De ahí partimos a la casa de Julieta para pedirle volver otra vez a Verona.
Volvemos a la Piazza delle Erbe, junto al león alado, punto de reunión y donde nos despedimos de sus gentes...
Y rumbo a Milán, donde la tarde se nos plantea un poco regular tirando a mal. Jaime malito, el restaurante que nos habían recomendado cerca del hotel cerrado, cogemos el metro para ir al centro, comer rapidísimamente e ir a Castello Sforzesco a ver la piedad inacabada de Miguel Ángel. Cierra antes de lo que nos habían dicho, y esto ha sido cinco minutos antes de que llegáramos, con lo que hacemos unas fotitos prometiendo que nos levantaremos pronto y conseguiremos verla antes de volver a España.
La primera foto es la cara que se le queda a uno cuando sale del metro y se encuentre en frente con el Duomo.
Volvemos rápidamente al Duomo para sacar las entradas de la catedral y la terraza. Una fila impresionante, van por el número 474 y tenemos el 515. Cuando solo nos quedan 10 minutos se oye por megafonía que en ese momento se cierra la taquilla, con lo que tampoco hemos visto esto y no nos podemos ir de Milán sin verlo. Pues nada para ser el último día, pinta que mañana nos vamos a tener que levantar bastante temprano si queremos ver algo de Milán. Aprovechamos para hacer alguna foto y decidimos encontrarnos pronto para subir al hotel e ir a cenar allí cerca y así estar con Jaime, que se quedó descansando. Así que con esas fotos nos despedimos.
Un abrazo,
Miguel Ángel y M. Ángeles
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