lunes, 3 de marzo de 2014

Roma, día primero

Buenas, muy buenas, familia.
Ya veis las horas que son, y cuándo andamos escribiendo esto. Pero es que el día de hoy ha sido muy, muy largo.
El viaje ha sido bueno: hasta Madrid, nada de tráfico, algo de lluvia, y un poco de dormir (algunos, claro). Facturamos bastante rápido, y a la zona de embarque. Lo mismo de siempre: que ahora me toca tirar los zumos que me había traído (ni hablar, me los bebo aunque se me salgan por... las orejas), que vaciéis los bolsillos, que os quitéis los cintos, los abrigos, chaquetas, botas, botines... hasta la dignidad, casi. Y cuando ya estás sujetando los pantalones con una mano para no hacer un espectáculo, la tarjeta de embarque con la otra, y el dni con los dientes, el detector decide pitar por su cuenta, y entonces llega un agente, aséptico él/ella, y te inspecciona meticulosamente hasta comprobar que no hay nada que temer en unos chavales de 16 años que van de viaje de estudios.



Sueño, nervios, risas incontroladas y más sueños se amontonan en las dos horas siguientes hasta que se abre la puerta de embarque y accedemos al avión (uno quiere ventanilla, a otro le ha tocado solo, a otro le ha tocado un tipo que se duerme encima de ti...). Despegue tranquilito, pero aviso de turbulencias y zarandeo del avión como si fuera una hoja que cae de un árbol (a lo mejor la metáfora no es la más adecuada, pienso ahora, pero ya a toro pasado, o a lo mejor soy más aprensivo que los demás y no era más que un bache en el camino de los aviones). Aterrizaje más o menos suave y a buscar las maletas que, como pasa siempre, nos parece que tardan más de lo necesario, y que la tuya es la última que aparece. Lo hacen todas, y sin daños aparentes.
¿Y la ilusión que hace salir a la zona de llegadas y que te esperen con un cartelito, como si fueras muy importante? Aunque en el cartel ponga travelplan, pero reconforta saber que quien tiene que estar allí esperándote, está.
Nos llevan hasta el hotel, que sirve para darnos cuenta de que Roma es mucho más grande de lo que solemos pensar, y que también tiene zonas que no son tan bonitas, pero donde cabe un hotel. Dejamos todas las maletas en consigna (son apenas las 10:40 de la mañana) y salimos a afrontar nuestro destino aquí: encontrar la parada del autobús que nos lleve (3 paradas después) hasta el metro que nos lleve (7 paradas después) hasta el Circo Massimo. Hacemos recuento de los chavales, y nos damos cuenta de que somos uno más, compañero inesperada y algo molesta, sobre todo en ocasiones como ésta: la lluvia, que nos acompaña todo el trayecto paralelo al Circo (apenas una pradera verde se aprecia, pero se intuyen las gradas en las inclinaciones laterales, y se ven claramente las Cárceres, desde donde salían las bigas y cuádrigas a competir en sus carreras en torno a la spina. La lluvia nos fastidia las fotos aquí, que moja los objetivos de nuestros recuerdos.
Y seguimos nuestro camino hasta encontrarnos con el Arco de Constantino,  y ahora ya nos damos cuenta de verdad de lo grande que fue Roma y su imperio, cuando para conmemorar la conquista de un territorio, se construye algo como esto, que es tan sólo un adorno. Tenemos que conformarnos con verlo a través de algunos andamios, que dentro de poco permitirán devolverle el esplendor que siempre tuvo.

Y tras él, algo absolutamente impactante: el anfiteatro Flavio, el Coliseo, con el que ya definitivamente caemos rendidos a los pies de esta ciudad y de quienes la llevaron a ser el centro del mundo. Y como si quisiera demostrarnos que es algo mágico, entramos en él con los paraguas abiertos por la lluvia, y al salir a sus gradas ya no había de qué protegerse; hasta llegó a brillar el sol, para que pudiéramos captar unas imágenes suyas realmente merecedoras de su entidad. Pasear por su cavea, imaginar lo que no está porque sirvió para construir la nueva Roma, los espectáculos que allí se celebraban, la vida que había bajo su suelo, hoy al descubierto, y la muerte que se entregaba sobre su arena, y que hoy nos cuesta asumir que sirviera para entretener a su pueblo.






Pero sobre todo, que dos mil años después, siga en pie, mientras que obras actuales, de arquitectos de renombre, se desmonten con el viento.

Desde ahí, paseo por la Vía de los Foros Imperiales, completamente en obras en el afán de Roma de hacer una ciudad habitada y accesible con la construcción de una nueva línea de metro que se encuentra a cada paso con nuevos restos que catalogar y que investigar, hasta llegar a un monumento mucho más reciente, pero no menos espectacular: el monumento a la Unificación de Italia en la plaza de Venecia, que deja de ser conocida por hechos menos agradables que allí sucedían.






Desde allí, bordeándolo, accedemos a la colina del Capitolio, donde dice la leyenda que Rómulo concibió la fundación de Roma, con la escalinata diseñada por el genio de Miguel Ángel,  la espléndida estatua ecuestre de Marco Aurelio, y la simbólica loba capitolina, nutricia de los gemelos Rómulo y Remo. Sin olvidar las asombrosas vistas sobre el Arco de Septimio Severo y los templos y edificaciones de los Foros Imperiales que desde esta colina hay.






Continuamos la ruta hacia la basílica catedral de San Juan de Letrán, sede del obispado de Roma, cargo que corresponde también al Papa. Impresionante su aspecto externo, pero aún más la riquísima decoración interior, así como las estatuas que representan a los 12 apóstoles.





Seguimos devorando pasos, y visitando lugares, y le toca el turno a Santa María la Maggiore, aunque poco exuberante desde la cara principal, posee una escalinata en la parte trasera de la misma que la hace especial para todos. Igual sucede con el artesonado que encontramos en sus techos.



Después de esto, ya la noche se nos echa encima, pero decidimos seguir caminando hacia las colinas de Viminal y Quirinal, donde se encuentra la sede de la presidencia de la república de Italia, pasando por la calle San Carlo delle Quatre Fontane, pero sobre todo porque desde allí hay una vista sensacional de la cúpula del Vaticano, ya iluminada por lo avanzado de la hora.


Y para cerrar el día, nada mejor que hacerlo en el entorno de la Fontana di Trevi, maravilloso lugar en el corazón de Roma, que tiene un toque muy especial cuando se encuentra iluminada de manera artificial. Allí nos hemos vuelto a reunir, después de tener un tiempo para cenar y hacer algunos encargos, para regresar al hotel, con su peregrinar por autobuses y metro; cansados como nunca quizá lo hayamos estado. Satisfechos por todo lo que hemos disfrutado de esta ciudad. Y siendo conscientes de que ya, desde el primer día, este viaje vale muchísimo la pena.




Un abrazo; y hasta mañana.

7 comentarios:

  1. Sensacional Javier. Te lo has currado. Después de un día tan agotador has sacado tiempo para un reportaje completísimo. Pasadlo bien. Abrazos a todos

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  2. Qué bien nos lo has descrito todo. Y qué bonito para los que todavía no conocemos Italia. Que paséis un buen día!!.
    Un abrazo

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  3. Es impresionante!!Qué detallado todo!! Me encanta, muchas gracias. Bss.

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  4. Muchísimas gracias. Me hago cargo de que esto es un trabajo añadido después de todo el día sin parar...Seguid disfrutando y si la lluvia no da una tregua, ya sabéis, al mal tiempo, buena cara!!!!

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  5. Muchas gracias Javier por abrir esta venta, que nos deja ver (les) desde esa inusual perspectiva en la que nosotros somos ausentes. Es una gozada verles sonreír, y estoy seguro de que este cuaderno recién abierto será finalmente algo que con el tiempo recorrerán con cierta nostalgia, y la alegría de lo vivido...

    “(…) siento ya
    nostalgia de esas horas. Cuando los años pasen,
    ocurrirá de nuevo en mi memoria
    una antigua tormenta de verano. La lluvia
    de esta mañana líquida de Roma
    será entonces la lluvia que alguien irá escribiendo
    con emoción y melancolía”.
    (Roma, 1984, de Eloy Sánchez Rosillo)

    Enhorabuena, y un abrazo a todos.
    Marceliano

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  6. Si ya iba a ser inolvidable este viaje para nuestros hijos, con esta descripción tan detallada de lo que estan viendo, les va a quedar un recuerdo que va a perdurar en el tiempo. Muchas gracias por hacernos participes de esta aventura¡¡¡
    Besos para todos/as.

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  7. Hola chicos y… grandes!

    Estos días he estado fuera y he venido con ganas de entrar en nuestro blog de “ITALIA” y tener noticias vuestras, aunque por Ana ya sabía que todo iba bien…

    ¡Qué envidia nos dais con vuestras andanzas por Roma…! Os agradecemos que nos deis la oportunidad de vivirlas con vosotros, porque además nos las contáis con todo tipo de detalles…

    Seguid disfrutando de cada lugar que visitéis y de la buena convivencia entre vosotros.

    ¡GRACIAS, Ana y Javier! Un abrazo

    Sabina

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